¡Veamos la vida desde el optimismo en 2019!

¡Veamos la vida desde el optimismo en 2019!

¡Veamos la vida desde el optimismo en  2019!

Luis García

Me imagino el asombro de estudiosos de las ciencias sociales en América Latina y su preocupación por entender el espectacular cierre de este año de la economía dominicana, al experimentar un crecimiento del 7 por ciento, cuando la media regional estuvo por debajo del 2 por ciento.

Ese asombro aún sería mayor si nos visitaran en roles académicos o turísticos y se encuentran con la chocante realidad de que, a pesar de eso, amplios segmentos poblacionales se quejan en el sentido de que viven situaciones económicas agobiantes. Resulta común escuchar a la generalidad de la gente de que “la cosa está dura, mal, difícil…”, independientemente de que puedan fundamentar sus argumentaciones. Sin duda, es lo que se ha denominado el pesimismo dominicano, encarnado en la figura del ensayista José Ramón López.
Conforme a las últimas estadísticas del Banco Central, en el crecimiento del 7 por ciento de la economía local, los sectores de mejor comportamiento este año fueron la construcción, las comunicaciones, la manufactura de zonas francas y el comercio.

Nadie puede asumir la postura de que la República Dominicana representa la panacea económica y el país líder en bienestar social de Latinoamérica. Hay que reconocer que tiene por delante muchos desafíos en materia del combate efectivo de la pobreza y la reducción de la desigualdad; ya que una parte considerable de su población de alrededor de 11 millones de habitantes se desenvuelve aún en medio de penurias.

Pero tampoco la situación es para vivir eternamente arrodillados ante el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén. Muchas naciones en vía de desarrollo desearían exhibir nuestro estándar de vida. La cuestión es que seguimos actuando como a finales del siglo XIX, época en la que José Ramón López escribió el ensayo “La alimentación y las razas”, que ha servido para perfilar falsas creencias de la existencia de un supuesto pensamiento pesimista dominicano.

Aunque el ensayista montecristeño aseguró que el pueblo dominicano, especialmente el campesino, ha sido víctima de una alimentación deficiente que ha provocado la reducción de las capacidades físicas de los habitantes, y que por esa razón son seres que se acercan a la animalidad, a la vida vegetativa y la decadencia; hoy en día se sabe que se trató de señalamientos infundados, y que menos ahora se corresponden con la realidad nacional.

La sociedad dominicana de la actualidad ha crecido en términos de riquezas materiales, pero parece que va descendiendo en el aspecto del optimismo, de la belleza de espíritu y de la bondad, abriendo espacio a chantajistas, envidiosos, intolerantes, malvados y ruines de agreden impunemente el honor y la dignidad de personas que dedican tiempo a servir a los demás, sin procurar nada a cambio.

De todas ellas, las peores son las que odian y envían, a las que les recomiendo leer a Jacinto Benavente, dramaturgo, director, guionista y productor de cine español, Premio Nobel de Literatura, en 1922, en su afirmación: “Es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia”. Justamente, mañana se inicia un nuevo año, y también una oportunidad de renovación del espíritu y de perdón de quienes llevan años ofendiendo y dañando honras. De hecho, Oscar Wilde, escritor, poeta y dramaturgo irlandés, recomendó perdonar siempre a los enemigos, porque constituye la mayor molestia que pudieran recibir en sus vidas.
¡Veamos la vida desde el optimismo en el año 2019!



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