Vaguada y temblores de tierra

La lluvia persistente y los temblores de tierra son fenómenos naturales ante los que hay pocas posibilidades de previsión. Y sobre todo tomando en cuenta una experiencia trágica muy cercana, ya que la República Dominicana forma parte de un territorio insular y compartido por un país afectado por un terremoto en 2010 sin precedentes.

No se trata de ser tremendistas. Todo lo contrario. Vivimos momentos donde todos los procesos de previsión tienen que ser tomados en cuenta por las autoridades.

Hace poco expertos en sismología revelaron un fenómeno extraordinario e inusual. Tiene que ver con la ocurrencia de catorce temblores de tierra en el nordeste del país, en un lapso de tiempo muy breve.

No hubo nada que lamentar, pero no resulta grato saber que las autoridades reportaron diez planteles escolares y un hospital agrietados tras la ocurrencia de un sismo de magnitud 5.1 en la escala de Richter.

Mirándolo desde otro ángulo, se trata de edificaciones estatales donde se concentra una impresionante cantidad de personas.

El Ministerio de Educación dispuso un plan de reparación y reacondicionamiento de los planteles escolares. Pero no basta.

El Estado debe ser más riguroso en cuanto a la política de construcción de obras públicas. Y de manera específica tiene que haber mayor énfasis en todo lo que tiene que ver con la etapa de supervisión.