Vacacionando la conciencia geográfica del Estado

Vacacionando la conciencia geográfica del Estado

Vacacionando la conciencia geográfica del Estado

Luis García

En un mundo internacionalizado, en el que muchas de las fronteras físicas prácticamente han desaparecido entre países, resultaría inapropiado desempolvar el viejo concepto de soberanía de Jean Bodin en el sentido de que “es el poder absoluto y perpetuo de una República”.

Ciertamente que el mundo ha cambiado debido al vertiginoso avance de las tecnologías. Actualmente, internet ha revolucionado todo a través de la información y la comunicación instantánea, casi gratuita en largas distancias; mientras que los aviones ofrecen transporte que posibilita un acceso rápido a cualquier frontera geográfica.

Eso no significa, sin embargo, que las naciones tengan que perder elementos distintivos fundamentales que deben ser cuidados celosamente, como la defensa efectiva del territorio.

Desde el mismo momento en que eso ocurre, sea por incapacidad logística para defenderlo, muestra de debilidad frente presiones internacionales, carencia de objetivos geopolíticos claros o cualquier otra razón; entonces se va generando, de alguna manera, pérdida de soberanía.

Consciente de que ese sería un problema histórico para la humanidad, el militar alemán y propulsor de la Escuela Determinista, en el ámbito de la geopolítica, Karl Haushofer;consideró esa disciplina como “la conciencia geográfica del Estado”.

Desde ese planteamiento han pasado casi nueve décadas y en la actualidad se expresa en la República Dominicana, a juzgar por la presencia masiva de extranjeros ilegales en su territorio, sin se les requiera siquiera un documento de identidad.

Por supuesto, la práctica no comenzó con la actual administración gubernamental, sino que ha sido histórica en el Estado.

En vista de que no dan importancia a tener esa “conciencia geográfica del Estado”, aparecen dominicanos, algunos movidos por el financiamiento “generoso” de organismos internacionales, que defienden ese “laissez faire, laissez passer”. Una parte, incluso, llega hasta la abstracción sociopolítica, afirmando que la migración ilegal no es un problema, sino un fenómeno social con el cual hay que ser tolerante.

Naturalmente, nuestro país, por diversas razones, constituye un Estado débil, cuya incidencia en el escenario geopolítico no es significativa.

El Poder Nacional constituye la expresión integradora de los recursos con que cuenta un Estado determinado con la finalidad de defender sus intereses internos y externos. Jamás podríamos contar con un Poder Nacional fuerte si no establecemos claramente lo que queremos y aspiramos, actuando en una misma dirección con el firme propósito de alcanzar los objetivos estratégicos deseados.

El premio nobel Paul Krugman y Maurice Obstfeld plantean en su obra “Economía internacional, teoría y política”, que si bien es cierto que el mundo se ha vuelto más pequeño debido a los avances tecnológicos, “la historia también demuestra que las fuerzas políticas pueden compensar los efectos de la tecnología”.

En tanto que el historiador y militar dominicano José Miguel Soto Jiménez refiere en su libro “Defensa, seguridad y democracia”, citando al héroe restaurador Gregorio Luperón: “La defensa del territorio y las instituciones constituyen el primer deber de todo ciudadano en una república, y no sería justo, ni puedo concebir, que esta contribución de sangre que todos deben a la patria pesara solamente sobre un grupo de la colectividad, consagrando así el principio de la desigualdad en materia de deberes y obligaciones”.

Los dominicanos debemos cuidar nuestro territorio para no enfrentarnos a repetir la historia. No sé si atribuir la originalidad de la frase a Karl Marx o Friedrich Hegel, pero de cualquier manera es válida: “La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa”.



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