Una sociedad patas arriba

Una sociedad patas arriba

Una sociedad patas arriba

La gran noticia de estos días es que aquí se proyectará una película sobre la vida de Porfirio Rubirosa. En nombre de la libertad de comercio, cada quien invierte su dinero como quiera, pero lo de esta película es una solemne extravagancia.

Otra prueba de que en este país de la chercha y el relajo las cosas andan patas arriba.

Cuando más se necesita educar a la gente en buenos valores, se levanta como modelo a un chulo internacional, un sujeto del más cercano entorno del tirano Trujillo, un símbolo del desenfreno y la borrachera, un exponente del machismo más grosero, cuya triste celebridad se basa en haber sido un impenitente mujeriego, haberse casado y roto su matrimonio en numerosas ocasiones, incluso con una de las hijas del dictador. Las feministas no se debieran quedar calladas ante tanta grosería.

Y, si como enseñó Martí, la maldad no se cura sino con decirla, expongamos entonces el contrasentido que significa el que tantos próceres nacionales se pierdan en los abismos sin fondo del olvido, sin que se les dedique siquiera un reportaje de televisión para educar a la gente en un buen ejemplo, y en cambio nos vengan con una película sobre un exponente de la conducta escandalosa, y ejemplo de la más olímpica irresponsabilidad matrimonial.

Hace tiempo que aquí se perdió el aplomo para rendirle culto a la liviandad y la cursilería barata, sin medir las consecuencias.

Recuerden los festejos y la promoción que algunos comunicadores inescrupulosos, faranduleros y megadivas, le hicieron a Sobeida Félix, sin reparar en los gravísimos delitos por los que a esa mujer se le juzgaba. La convirtieron en una estrella, en modelo, y quién sabe cuántas niñas desorientadas la envidiaban, la tomaban como ejemplo y deseaban ellas mismas ser Sobeida.

Ahora el héroe es Rubirosa, aunque es de esperarse que los responsables del filme informen que en el historial de este sujeto hay que incluir su papel como diplomático de Trujillo en la Alemania nazi de Adolfo Hitler, agregar que ese Rubirosa fue investigado como sospechoso de participar en el asesinato en Nueva York del exiliado antitrujillista doctor Sergio Bencosme y lo hecho por Rubirosa, entonces embajador en Cuba, cuando, junto a Jhonny Abbes operaba en ayuda de Fulgencio Batista en los días previos a la caída de este tirano y del triunfo revolucionario de enero de 1959.



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