Una situacion imprevisible

Una situacion imprevisible

Una situacion imprevisible

¿Estamos acaso inmersos o muy próximos al desenlace de una grave crisis social?

Hagámonos eco de algunos datos. En los últimos seis años se realizaron en el Instituto Nacional de Patología seis mil 50 necropsias. De esas, nos dice Sergio Sarita Valdez, las tres causas predominantes fueron “defunciones violentas”, accidentes de tránsito y suicidios.

En los dos mil 646 fallecimientos debidos a enfermedades naturales en hombres, cerca de la mitad tuvieron como causa básica de muerte la arterioesclerosis de las arterias coronarias. Otro número se debió a hemorragias cerebrales causadas por hipertensión arterial crónica.

Las palabras del experto galeno se transforman, entonces, en una advertencia: “Llama poderosamente la atención que la cifra mayor… tuviera el homicidio como la causa más frecuente, seguida por los fallecimientos accidentales, ambos modos muy relacionados con el alcohol y las drogas”.

Una deducción elemental, simple, nos retrata a fondo el estado de ánimo del pueblo dominicano. Sus padecimientos, su angustia, su impotencia. Estas cifras son el resultado de un estado físico y emocional que bien puede calificarse como sumamente crítico. ¿Qué pensar, entonces, cuando uno observa a sonrientes y satisfechos funcionarios notificando los montos sin precedentes del Presupuesto General de la Nación para el año 2019? Llevamos dos décadas anunciando y supuestamente gastando cantidades de dinero sin precedentes en toda la historia de la República.

¿Cuál ha sido el destino de esas fabulosas sumas?

¿Cómo deben interpretarse, entonces, los cientos de protestas que se realizan en todo el país día tras día, en demanda de que baje el precio de los combustibles, el de la comida, que se construyan viviendas, caminos vecinales, acueductos, que se proporcione energía eléctrica, o que se enfrente el generalizado estado de inseguridad ciudadana?
Encuestas, programas de noticias, medios de comunicación escritos, columnas de opinión son el mayor testimonio de la profunda insatisfacción con el “estado de cosas” que agobia a la mayoría de los ciudadanos.

Una simple interpretación de los informes señalados por Sarita Valdez muestra una realidad de desasosiego, de incertidumbre, de gran sufrimiento.

En otras palabras, un desbordamiento, el asomo de una crisis social de gran envergadura.
Hace poco, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hizo el cálculo de que el denominado “gasto ineficaz” cuesta a países como el nuestro el 4.4 por ciento del producto Bruto Interno, es decir 220 mil millones de dólares al año en su totalidad. Es muy probable que esas cifras nos resulten, en el caso dominicano, muy conservadoras.

Carente de vías idóneas para demandar la corrección de tantos absurdos e incongruencias, la gente está optando por organizarse en grupos y marchas y sale a la calle con pancartas a demandar la atención a problemas cada vez más desesperantes. Desconocemos el tiempo que nos queda. Solo que cuanto pueda ocurrir podría resultar fatalmente imprevisible.



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