El poeta, filósofo y educador dominicano Pedro Henríquez Ureña afirmó: “Es tan inmarcesible la virtud de todo esfuerzo de enseñanza renovador, es tan enérgica la sugestión de la personalidad magisterial, que a través de los tiempos cada generación consciente vuelve la mirada a la labor cumplida, mide y celebra sus beneficios, y al aureolar la figura del maestro, descubre, en la acción ejemplar, inspiraciones para la propia labor”.

De hecho, la vida de una persona está, en gran parte, influida por el conocimiento que adquiere de su maestro.

A partir de lo anterior, si existe alguien, además de nuestros padres, que desempeña un rol fundamental en nuestro desarrollo mental y físico, son nuestros maestros.