Una nave de carga rusa que pesa 7 toneladas se precipita hacia la Tierra

La nave de carga Progress M-27, que fue lanzada ayer al espacio con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI), se precipita hacia la Tierra de manera descontrolada con una masa superior a las 7 toneladas.

El Centro de Control de Vuelos Espaciales de Rusia perdió el control del carguero ayer, poco después de su lanzamiento, cuando se situó en una órbita errónea y dejó de enviar datos a la Tierra.  

Tras varios intentos fallidos de recuperar el control de la Progress, los técnicos rusos observaron que el carguero giraba a gran velocidad sobre su propio eje, algo que le impide cualquier intento de maniobrar para acercarse y acoplarse a la EEI.

La Progress M-27M, que cuenta con una masa en lanzamiento de 7.290 kilogramos, transporta cerca de 2,5 toneladas de suministros para la EEI, que incluye combustible, oxígeno, alimentos, equipos científicos y regalos para los tripulantes de la Estación espacial.

Las Progress M son naves de carga no tripuladas basadas en la nave Soyuz y comenzaron a utilizarse a finales de los años 70 para llevar suministros a las estaciones Salyut.

Sus dimensiones son de 7,23 x 2,1 metros (el diámetro máximo es de 2,72 metros en la base), con una envergadura de 10,7 metros contando los paneles solares.

La actual serie Progress M-M incorpora sistemas digitales y es la última versión de esta nave de carga.   El primer vuelo de una Progress tuvo lugar el 20 de enero de 1978.

El 24 de agosto de 2011 un carguero ruso con suministros para la EEI se estrelló en Siberia, después del despegue, en lo que supuso el primer accidente de este tipo de naves en más de treinta años.

El accidente del Progress ocurrió poco después de que los cargueros y las naves Soyuz se convirtieran en el único eslabón entre la Tierra y la EEI, tras la jubilación de los transbordadores estadounidenses.

Al percance de 2011 continuó el fracaso del lanzamiento de la estación marciana Fobos-Grunt, en noviembre de 2012, que por un fallo quedó en la órbita terrestre en lugar de enfilar hacia Marte y supuso un duro revés para los planes rusos de exploración interplanetaria.

Con anterioridad, Rusia ya había perdido el satélite de telecomunicaciones Express-AM4, además de un satélite militar geodésico y otros tres satélites que había lanzado para completar su sistema de navegación GLONASS, análogo al GPS estadounidense.