Un punto sin regreso

Un punto sin regreso

Un punto sin regreso

De un tiempo a esta parte estamos viviendo en un país donde las autoridades, a todos los niveles (Justicia, Policía Nacional, senadores, diputados, alcaldes) se valen de un discurso exculpatorio y elusivo, que de entrada lo usan para no asumir responsabilidades ante graves problemas nacionales.

Las frases comunes y que delatan esa falta de voluntad son clásicas y las escuchamos a diario, entre ellas: “no podemos permitir”, “es necesario hacer”, “hay que tomar medidas”, “tenemos que enfrentar los problemas”, “queremos hacer un llamado” y “tenemos que poner atención”.

Son frases que ahora se escuchan muy a menudo con el problema que atravesamos con la tala indiscriminada de árboles, el saqueo de las cuencas de los ríos y la falta de planes ante una peligrosa sequía que amenaza con dejar sin agua los más importantes embalses del país, y por tanto, sin el servicio permanente de agua potable para los usuarios de cientos de hogares.

En esa medida, todo se permite, nadie hace nada, no se toman medidas, los problemas no se enfrentan a la altura de las circunstancias y todo el mundo asume la actitud del espectador que, sencillamente, observa.

Con frecuencia vemos como a todos los niveles se rehúye a la responsabilidad y, simplemente; quienes deben asumir retos solo hacen un llamado impersonal; y ese llamado, generalmente, termina a las puertas del despacho del presidente de la República, quien de manera excepcional tiene una respuesta inmediata.

Las autoridades deben tomar conciencia del peligroso camino que están trillando.

De no ponerse un límite estamos llegando a un punto sin regreso que mella el sentido de autoridad que debe imponer el orden y encauzar el país por el sendero del respeto y la gobernabilidad, sin lesionar derechos fundamentales.



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