Hace unos años parecía que el matrimonio entre los Yanquis y Alex Rodríguez iba a perdurar toda una eternidad, toda la vida.

Pero Alex se confió demasiado y cometió muchos errores fuera del terreno, que lo condujeron a las puertas de un divorcio sin reconciliación.

Ambas partes están ahora como guineas tuertas, queriendo alejarse uno del otro, por un simple puñito de maíz, después de tener el “buche repleto”.

Pero ahora, tras las confesiones de “infidelidad” que hizo Alex, resulta que aunque juntos, se le podría definir como un pacto suicida, como sería estar “casado con el enemigo”, ya que en esta relación nadie confía en nadie.

Que los Yanquis estén peleando a sangre y fuego para no otorgarle algunos incentivos de poca monta que estaban en el contrato original, es simplemente un pleito que los deja mal parados ante la opinión pública.

Pero también hay que admitir que Alex no es una “pajuilita” en la que se puede confiar a plenitud, porque ha demostrado ser una especie de caer ante la tentación de la carne, el dinero y otras debilidades materiales.

Es como una pareja que lo posee todo, pero tiene la “necesidad” de ser infiel.