Un Nuevo Modelo de Desarrollo Agropecuario

Un Nuevo Modelo de Desarrollo Agropecuario

Un Nuevo Modelo de Desarrollo Agropecuario

El sector agropecuario durante muchos años constituyó el sector más importante en el modelo de acumulación de la economía dominicana. Durante los años 70s ese sector representó alrededor del 25% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, con el paso del tiempo, en especial en la década de los años 80s, el modelo agroexportador dominicano comenzó a presentar signo de agotamiento, dando paso a un modelo de servicios basado en los sectores del turismo, zonas francas y remesas.

A mediados de los años 80s, los sectores del turismo y zonas francas comienzan a liderar a los demás sectores económicos, constituyéndose en los principales motores del nuevo modelo de acumulación de la economía dominicana. A partir de ese nuevo modelo de acumulación, el sector agropecuario dominicano comienza a perder participación en el PIB, pasando de 25% en los años 70s a 12% a mediados de los 80s y 90s, terminando en un 7% en la actualidad.

Muchos economistas, políticos y hacedores de opinión pública hablan de cambiar el actual modelo económico dominicano, argumentando que el modelo de servicios basado en zonas francas, básicamente de producción de textiles ya no es competitivo debido a la competencia de los países asiáticos; y que el sector turismo necesita de una gran diversificación para que produzca una especie de “gran empuje” (big push) a otros sectores de la económica.

Pienso que el sector agropecuario dominicano deberá jugar un papel importante en la motorización de la economía dominicana. Sin embargo, para que el crecimiento de este sector sea sustentable y pueda ser competitivo, necesitará de reformas profundas desde una perspectiva de su carácter “multifuncional”.

Esta visión “multifuncional” abarca varios objetivos específicos de política: en primer lugar, la producción de alimentos y materias primas para otros sectores, en particular la industria; la preocupación fundamental de mantener la capacidad del sector agropecuario de suministrar bienes públicos, especialmente con respecto al medio ambiente, y la viabilidad de las zonas rurales; de conservar el patrimonio cultural y la diversidad agrobiologica, así como el mantenimiento de una buena salud vegetal, animal y pública para una buena calidad de los alimentos; y por último, el mantenimiento la seguridad alimentaria.

Las políticas públicas dirigidas al campo deben de reconocer que el sector agropecuario no es el mismo de hace dos o tres décadas atrás. Los flujos de migrantes, la incorporación de actividades de servicios en el entorno del campo, las remesas de dominicanos, al igual que el desarrollo de polos turísticos en terrenos de vocación agrícola, han transformado el entorno del campo. Hoy en día, más que del “campo”, se debe de hablar de “zona rural”, lo cual abarca una dimensión mayor de actividades productivas alrededor del campo.

En la actualidad hay problemas de carácter globales con repercusiones nacionales, como el calentamiento global, en cuya solución la agricultura juega un papel importante. Esto amerita que el sector agropecuario dominicano tenga un cuidado especial.

Ha llegado el momento de revaluar y aquilatar la contribución de nuestro sector agropecuario al desarrollo económico nacional a través de su aporte actual y potencial a la generación de una oferta de alimentos sanos y nutritivos; a estimular la producción de energías limpias; a mantener nuestros bosques para reducir los efectos del cambio climático; y a fomentar las actividades económicas en el sector agrícola que pueden contribuir al empleo y a la reducción de la pobreza.

 

*Director del Instituto de Investigaciones Socioeconómicas (INISE)

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UASD.



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