Un museo que nos acerca a Duarte

Un museo que nos acerca a Duarte

Un museo que nos acerca a Duarte

Rafael Chaljub Mejìa

Gracias a una acertada y saludable decisión de las autoridades y a la inagotable voluntad de trabajo del conocido diseñador Juan Gilberto Núñez, pronto estarán terminados los trabajos que convertirán lo que se ha conocido siempre como la Casa de Duarte en un museo que responda cabalmente a la necesidad de conocer al fundador de la República más de cerca.

Es bien sabido que a lo largo del tiempo muchos historiadores y biógrafos de Juan Pablo Duarte han tratado de presentárnoslo como un ser alejado de lo humano, un personaje inaprehensible, puro, limpio, inmaculado, casi un santo, cargado de buenas intenciones y al mismo tiempo resignado a sufrir y morir como todo un santo Cristo en el madero del martirio.

Aunque el mismo Duarte sentenció una vez que la cruz no es el signo del sacrificio sino el símbolo de la redención.

Ese Duarte lejano y retraído, rendido y triste, hay que bajarlo de las nubes del Olimpo y traerlo a lo terrenal, a lo humano, a lo político, con sus virtudes y sus pasiones humanas, y sobre todo, con su voluntad de lucha, su temple y su firmeza, hasta el punto de, que en aquellas estrechísimas condiciones de la época en que vivió y luchó, se echó encima la obra colosal de fundar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera.
El Museo que está a punto de abrirse al público contribuye a lograr esto último.

Con imágenes, textos y símbolos, ahí conoceremos mejor al Patricio desde su nacimiento, desde el ambiente familiar en que creció, incluyendo réplicas del mobiliario y los utensilios de su casa paterna.

En un solo recorrido el visitante verá las representaciones del joven Duarte de viaje al extranjero, de regreso a su tierra, reunido en actitud conspirativa e insurreccional con sus compañeros de causa y de ideales; todo recreado en pinturas, leyendas, bustos y otros elementos de alto contenido alegórico y educativo.

En suma, a nuestro personaje insigne podremos conocerlo y, si cabe el término, hasta tratarlo más de cerca.

Eso vale mucho en estos tiempos en que los vientos de la desnacionalización que atormentan al mundo, amenazan la integridad y la existencia misma de las naciones débiles y en que, por lo mismo, se torna más indispensable el poner de resalto los valores de la dominicanidad, como los representa Duarte.



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