El domingo pasado arribó por el aeropuerto de Las Américas el inmortal de Cooperstown más atípico que ojos humanos hayan visto, pero sobre todo, el más humilde y sincero que haya pisado esa terminal…
Me refiero a Vladimir Guerrero, uno que “no hablaba”, pero habló, y mucho…
Ese inmortal que aunque le tocan todos los “galones” y todos los honores de los otros que están en ese Olimpo del béisbol, que tiene millones “como hojas de palo”, bebe romo y no champaña, usa sandalias de goma, se baña en un tanque, pela yuca y le gusta cocinar…. ¿Verdad que es atípico?.
El no ha roto uniformes en pupitre y por eso es tan sincero: “yo voy al baño como todo el mundo y no sé porqué hay que dejar de ser lo que uno es.
Yo amo a mi pueblo Don Gregorio, me siento bien ahí y nunca he pensado mudarme”, dijo a su llegada…
Y en El Malecón, donde miles de compatriotas y un grupo de merengueros de los buenos lo esperaron con alegría desbordante y envolvente, volvió a ser sincero:
“Todo esto ta’ muy bonito, pero yo quiero llegar a mi pueblo de día, perdónenme, pero no puedo durar más de 20 minutos aquí, en Don Gregorio mi pueblo me está esperando ”, dijo a la una multitud que llevaba horas esperándolo…
¿Desaire? Claro que no hubo desaire, hubo sinceridad, algo que hace falta en el paí El estaba tan contento que hasta “cantó”, improvisó, bailó y se gozó…
En Don Gregorio él da dinero, empleos y medicina sin nunca haberle pedido un voto a nadie… No hizo ningún desaire… Qué bueno que es tan sincero, sin poses. ¡Salve Vladimir, salve inmortal atípico!