El pueblo de Haití, una vez más, recibe en su apoyo el reclamo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La voz del secretario general del organismo llega al cumplirse cinco años del devastador terremoto que hizo más pobre y vulnerable al país vecino.

Desde entonces no solo la pobreza material azota a ese país. Hay pobreza de diálogo. Se trata de una sociedad que está entrampada en desacuerdos que pueden ser solucionados, pero con un diálogo interno.

Sin ese diálogo no hay ayuda internacional que valga, ya que no es un secreto que la intensa crisis política y social que se ve a diario tiene como origen la incapacidad y el enfrentamiento entre los poderes del Estado, y que incide en la incapacidad de buscar una salida inmediata mediante garantías inviolables para que haya elecciones municipales y legislativas.

Hace poco la crisis interna se trasladó, a través de una escaramuza social, a territorio dominicano. Una situación que amenazó con llevarse de plano todo lo que ambas naciones habían alcanzado en la mesa del diálogo y los acuerdos bilaterales.

El Gobierno y los líderes políticos de la República Dominicana deben seguir trillando el camino del diálogo y hacer cuanto sea necesario para avanzar en las relaciones armónicas y de buen vecino que hemos mantenido hasta ahora, pero, tal como manifiesta la ONU, la comunidad internacional tiene que “continuar su inestimable apoyo” a Haití para que más temprano que tarde pueda convertirse en un Estado próspero y estable.