Todos los gobiernos, de un tiempo a esta parte, ponen sus esperanzas en los millones de turistas de todo el mundo que visitarán nuestro país en este y los próximos años.

Se piensa en políticas que conviertan, por lo menos, a dos o tres millones de dominicanos en turistas internos, que aprendan a gastar en diversión y agreguen calidad de vida a través de visitas de ocio durante todo el año a los lugares que se ofrecen a los visitantes extranjeros.

En realidad hemos hecho una práctica de invertir en publicidad, sin medir consecuencias o hacer evaluaciones periódicas del retorno de la misma en moneda dura por el aumento del número de turistas extranjeros que desean las autoridades que nos visiten.

Naturalmente, para que tengamos turistas internos hay que invertir en que haya políticas laborales mejores, tiene que aumentarse la oferta de empleos formales; y, sobre todo, hay que volcar parte del capital que invierten las carteras del sector en una promoción de los destinos turísticos para los dominicanos.

Eso dinamizaría no solo la economía dominicana, también hará un servicio importante a la sociedad dominicana, ya que propiciaría un verdadero encuentro con nosotros mismos. No es un sueño, pero vale la pena soñar.