La República Dominicana desarrolla desde hace años un juego bastante reñido, por lo que se hace urgente buscar, donde esté metido, un emergente que cambie la pizarra.

No es posible que después de tantos esfuerzos, de que miles de hombres y mujeres han sacrificado la vida, hoy, a 172 años de la independencia, todavía el país siga con los acuciantes problemas de explotación, marginalidad, narcotráfico, inseguridad social y corrupción rampante.

¿Estamos hoy mejor o peor que cuando se declaró la independencia?

Creo que es un cuestionamiento difícil de responder, dado que cada día crecen los obstáculos para lograr un poco de oxígeno en un ambiente cada vez más putrefacto, con una clase política cuyo objetivo primordial es llegar al gobierno para engrosar sus bolsillos.

Hoy algunos estamentos conmemoran la independencia nacional, haciendo alardes de poder, pero la inmensa mayoría del pueblo se desenvuelve en un ambiente de desesperanza e inequidad.

Estamos jugando una pelota bastante caliente, donde los héroes nacionales solo son recordados en días como hoy, con estatuas y bustos corroídos y abandonados en calles y avenidas.

Es urgente que este juego, bastante apretado, se defina con la aparición de un bateador emergente que haga realidad las justas aspiraciones de un pueblo que se siente asqueado y sin armas para salir de este atolladero. ¡PLAY BALL!