EL éxito del sistema de la seguridad social descansa en que cada uno de los actores cumpla con su deber y que además se tenga al mismo como centro al afiliado, ya sea en lo relativo al Seguro Familiar de Salud como a los fondos de pensiones.
Los prestadores de servicios (médicos, clínicas, laboratorios y otras), las ARS y las AFP se han manejado hasta ahora con una indignante lógica rentista.
En tanto que la representación estatal dentro del sistema (Superintendencia de Salud y Riesgo Laboral, Superintendencia de Fondos de Pensiones, Dirección de Información y Defensa del Afiliado, la gerencia del Consejo Nacional de la Seguridad Social) han actuado con una irresponsabilidad y dejadez inaceptable.
En el medio están el afiliado y el empresario que pagan cada mes un tributo en procura de tener garantizado servicios y derechos.
Los que ponen el dinero miran impávidos como los otros actores inventan mil y una artimaña para aumentar su rentabilidad a costa del indefenso afiliado.
Con eso se desacredita el sistema de la seguridad social.
El paso de los años ha demostrado que la Ley vigente requiere revisión para hacerla funcional y que cumpla el objetivo de mejorar la condición de vida del afiliado.