Un acto de soberanía

Un acto de soberanía

Un acto de soberanía

La soberanía es el derecho de un Estado de actuar conforme al ordenamiento jurídico, nacional o internacional. A ejercer la soberanía de su país, se compromete un funcionario público al juramentarse para cumplir y hacer cumplir la ley; pero la soberanía debe ser ejercida con prudencia y con ética, condiciones esenciales para su legitimidad, de ahí que un Estado ejerce un acto de soberanía cuando cancela el visado a cualquier ciudadano extranjero, pero ese acto de soberanía disfrazado pierde su legitimidad al ser ejercido contra otro Estado, utilizando expiatoriamente a un ciudadano cuyo pecado es el cumplimiento de los deberes de su cargo.

Es un acto de soberanía del presidente de la Junta Central Electoral, expresar al mundo y defender la decisión del organismo que dirige de cumplir la ley de su país, al no inscribir en los registros públicos a las personas que no tienen ese derecho conforme a la ley.

Un acto de soberanía del presidente de la Junta Central Electoral, o como se llame en cualquier parte del mundo, es defender ante cualquier gobierno o funcionario extranjero, que constituye una intromisión en los asuntos domésticos de su país, aceptar como observadores del proceso eleccionario nacional a empleados y funcionarios de un gobierno extranjero, y por esos actos no puede ningún Estado cancelar legítimamente, el visado diplomático al funcionario extranjero que cumple su deber y hacer cumplir la ley, pero tampoco resulta ético, por sus consecuencias, disfrazar ese irregular ejercicio de la soberanía, con la cancelación del visado privado, que en su calidad de ciudadano del mundo le ha sido otorgado a esa persona.

El Estado dominicano, que es contra el que así se ha procedido, tiene el deber, en el ejercicio de su soberanía, de dar una respuesta, por ejemplo, poniendo públicamente por la vía diplomática, a disposición del Estado norteamericano, las visas de sus funcionarios.

Que el Senado, sin victimización justificativa del renombramiento del actual presidente, conforme la nueva Junta con personas dispuestas a seguir ejerciendo la soberanía nacional cumpliendo la ley, aún a costa de sus propios visados.

Que el Congreso Nacional mantenga a la nueva Junta un constante respaldo y seguimiento en sus ejecutorias en pro de la identidad nacional, aunque al Congreso en pleno le cueste el visado de sus miembros. De soberanía y ética seguiremos hablando.

*Por Juan Cuevas



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