Vivimos en un país que disfruta de paz social y estabilidad política, que junto al crecimiento económico constante nos convierte en la envidia de la región.

La ubicación geográfica nos ha bendecido con un clima en el que no existen temperaturas extremas y con microclimas tan diversos que una vez alguien tuvo el tino de describirnos como una “isla continente”.

Las playas y montañas son un atractivo enorme para los turistas de todo el mundo. Algunas zonas del país son calificadas de “paradisiacas”.

Nuestras áreas verdes están libres de especies animales venenosas y de grandes depredadores, lo que abre las puertas a lo que ahora se conoce como “turismo ecológico”.

En este pedazo de isla hay grandes ríos, producción de lluvia adecuada y abundantes tierras aptas para producir alimentos.

Los habitantes son más cálidos que su clima y con tradición de laboriosidad.

Si nos organizamos y respetamos las reglas, tenemos todas las condiciones para ser un país del primer mundo, con sus problemas fundamentales resueltos.