Tango, frenesí de música y danza

Tango, frenesí de música y danza

Tango, frenesí de música y danza

Mario Emilio Pérez

Si me preguntasen hoy, al borde de la octava década de un intenso vivir, cuál ha sido el cantante que más he admirado, respondería de inmediato que Carlos Gardel.opinion 42

Desde los lejanos días de la infancia vibraba mi precoz vena romántica escuchando las canciones que brotaban de la garganta de un hombre que parecía haber robado los trinos a un ruiseñor.

Y no había descorrido el velo de la adolescencia, cuando interpretaba en el baño de casa pobre de mi familia muchos de los tangos del repertorio del llamado zorzal criollo.

Desde entonces disfruto con los arpegios quejumbrosos de una guitarra, un bandoneón, o una orquesta, trazando la ruta melódica de algún intérprete del erótico ritmo musical danzante nacido en los bajos fondos de Buenos Aires.

Y hasta la letra de la mayoría de los tangos, cargadas de la pesadumbre del desengaño amoroso, o describiendo la miseria del conventillo porteño, me ha conmovido hasta las lágrimas en más de una ocasión.

La temprana muerte de Gardel en un accidente aéreo en Colombia lo convirtió en un mito de mundial admiración reverente.
Petán Trujillo contrató en una semana aniversario de su radio televisora al destacado cantante argentino de tangos Alberto Gómez.

Y cuando este comenzó a restarle méritos a Gardel, afirmando que el morocho en sus años infantiles robaba comestibles en los mercados, el hermano del dictador lo calló con un imperativo gesto de sus manos.

-En este país no se puede hablar mal del jefe, de la virgencita de la Altagracia, ni de Carlos Gardel- dijo, provocando que el artista se excusara, usando todos los registros de sus cuerdas vocales.

Estas divagaciones de imaginativo emborronador de espacios digitales se originaron al salir del espectáculo “For ever tango”, en su última función el pasado sábado en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional.

Me sorprendió gratamente ver numerosas personas jóvenes en el público, pues pensaba que solamente los añejados albergábamos nostalgia tanguera en nuestro latir cardiaco.

Sobre los orígenes de este género musical existen numerosas versiones, pero todas destacan la carga de africanía que contiene, mezclada con otros ritmos, algunos europeos, como el afamado chotís español.

“For ever tango” mantuvo fijos en sus asientos a los espectadores, pese a que fue una repetición reiterada del baile trepidante, y la fusión de los cuerpos danzantes, al conjuro de la fuerza del protagónico bandoneón.

Con prisas y sin pausas se sucedieron las melodías y la vertiginosa rapidez bailable, solo espaciada y brevemente interrumpidas por la interpretación de conocidos tangos por parte de nuestros vocalistas Milly Quezada y Niní Cáffaro.

Uno que otro espectador calificó de excesivamente largo y tedioso el espectáculo.

Pero considero que resultó excelente este todo tango solo tango, porque mantuvo el interés auténtico de la mayoría de los asistentes, sin necesidad de la magia de la variedad.



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