Solo el pueblo salva al pueblo

Solo el pueblo salva al pueblo

Solo el pueblo salva al pueblo

Roberto Marcallé Abreu

En mis días universitarios esta consigna, “Solo el pueblo salva al pueblo”, se aireó de forma insistente entre los grupos de izquierda.

La misma, pienso, resulta sumamente válida para los momentos que ahora vivimos.
La situación es cada más complicada.

Recordemos el escándalo recién develado del otorgamiento de “temporadas vacacionales” a reclusos de elevado perfil económico condenados a penas de prisión por tráfico de narcóticos, sicariato, asesinato y violaciones.

Observar el “calor” manifestado por los susodichos “jueces de la pena”, abogados y funcionarios judiciales de que tales permisos se otorgarán contra viento y marea resulta estremecedor y preocupante.

Viene al caso la formación en numerosas instituciones del Estado -y traigo a colación los casos de la Oficina de Ingenieros Supervisores y la OMSA- de “mafias” cuyo propósito es el de apropiarse de sus recursos.

Si tienen que derramar sangre, lo hacen. ¿Qué puede significar la muerte de un conocido abogado en el actual contexto?

Hay otros hechos reveladores. El crecimiento económico apenas alcanzó un discutible 4.3 por ciento.

El costo de los combustibles, recién inaugurado en 2018, llega a niveles nunca vistos, gracias en parte a los beneficios indecorosos que deriva el gobierno.

La inflación se traga los ingresos de una empleomanía pública y privada que sobrevive a duras penas con salarios de hambre.

Los “logros oficiales”, como las recaudaciones, se obtienen en base a impuestos indirectos que paga la población de bajos y medianos recursos.

De acuerdo con las estadísticas, entre un 28 y un 80 por ciento del presupuesto de los centros de maternidad se gastaron en parturientas haitianas.

Y el desplazamiento de la población más primitiva y pobre del continente a territorio dominicano, la haitiana, continúa de manera indetenible. Existen numerosos videos de los “movimientos” de estos días.

Nunca como ahora el tráfico y consumo de estupefacientes había alcanzado niveles tan elevados. La delincuencia prosigue incontrolable.

Cada día nos aterran la aparición de cadáveres, los atracos, violaciones y asesinatos, la desaparición de personas de las que jamás se tienen noticias, los suicidios, los asesinatos de niños.

Si “solo el pueblo salva al pueblo”, es vital que los dominicanos empiecen a organizarse realmente porque, de no hacerlo, el futuro será más ominoso que este impredecible presente.

Es preciso que las asociaciones representativas de sectores diversos de la población, incluyendo representantes eclesiásticos no comprometidos con una jerarquía que ha desertado de los propósitos nacionales, asuman la gravedad del momento.

Los feligreses evangélicos, identificados con el pueblo y sus luchas, los sindicatos, las asociaciones profesionales, los diferentes grupos patrióticos deben reunirse, y elaborar una plataforma común de defensa de los intereses nacionales.

La dirigencia media y baja de los partidos políticos no vinculados con la corrupción, el saqueo y los planes contra la República Dominicana, deben hacer sentir su voz ante planes definitivamente siniestros encaminados a destruir la nacionalidad, la cultura, la historia y la autodeterminación de los dominicanos.

Vivimos un momento crucial.

El esfuerzo colectivo resulta imprescindible para enfrentar de manera decidida las distorsiones que nos han arrastrado a los arriesgados niveles en que ahora mismo nos encontramos. Porque “solo el pueblo salva al pueblo”.



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