Se cae el imperio de Macabón

Se cae el imperio de Macabón

Se cae el imperio de Macabón

Con la entrada de la postmodernidad a este mundo ha entrado la muerte de la ética del sujeto, para imponer la posverdad, la mentira viciada y viciosa del poder fáctico, en una sociedad paternalista, como la nuestra.

En sociedades como la nuestra, patrimoniales y politiqueras, el hacer ético es un acertijo reprochable, cimarrón, odiado y burlado por el “Macabón” que habita en cada una de las instituciones públicas y privadas de nuestro país.

A cada momento nos encontramos con un “Macabón” tratando de imponerse por encima del bien y del mal.

Tanto “poder” se cree tener que, ya lo “ilícito”, como hecho ilegal, le es una práctica cotidiana que forma parte de sus genes, por lo que la criminalidad está asentada en su ADN, como parte de su estructura celular y neuronal. “Macabón “ actúa como el “dictador” de la comarca o el “dueño y señor” de las “instituciones”.

En sí mismo, “Macabón” es la propia “institución”. A él hay que consultarlo, venerarlo, y hasta rogarle, para que “cumpla” con su deber de “servir”, antes de “servirse”.

Él es su propio administrador y su propio “gerente”.

En “Macabón” se expresa la gula insaciable de su propia derrota. Su imperio se cae pedazo a pedazo, pero su miopía no lo deja ver, ni sordera por la prepotencia, le permite escuchar el crujir de las podridas vigas de su reino de espuma y alcanfor.

“Macabón” es el “jefe” del NEPOTISMO personalizado. Hasta la sombra de su cuerpo ha sido nombrada en “su espacio de poder”.

Lo importante es tenerla en su entorno y saber, a ciencia cierta, que ella, la sombra de su sombra, le es “fiel” en todo el proceso de sus fechorías.

“Macabón” no siente el olor de su agonía, ni le importa que otros, los “metiches”, la chusma, se lo advierta: la compra y/o el soborno le permite “salir bien”, en este mundo de corruptos, su mundo, gueto, su inmundicia reprochable, repleta de pobreza humana.

“Macabón” es el general desnudo que duerme en cada nómina del Estado y que despierta cada fin de mes, convertido en el Dios horripilante de la Gerencia Administrativa de su propio reino de difuntos que se creen inmortales.

Tanto le han dicho a “Macabón” que él es “Señor de los cielos”, que hasta manda a acuartelar a los “ángeles” de su custodia, para que no puedan escuchar la evacuación enfermiza, para que no toquen ni la mierda de su mortaja.

Está tan lleno de “inconstitucionalidad” que ya su mundo está regido por su propia constitución, su gusanero estatuto de inmundicias: el signo amortajado del indetenible derrumbe del imperio del macabro “Macabón”.

*Por Julio Cuevas



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