¿Se acaba la globalización?

Frederich E. Bergés

Afinales del siglo pasado surgió un movimiento económico, cultural y social en el cual las actividades rebosaban las fronteras nacionales para alcanzar una dimensión mundial.

El Fondo Monetario Internacional caracteriza este fenómeno como la interdependencia económica creciente provocada por el aumento de volúmenes y variedad de transacciones transfronterizos, incluyendo el capital.

Es así como mediante acuerdos entre países y zonas comerciales se derribaron muros arancelarios, sanitarios, financieros y de otras índoles creando el gran mercado global llamado globalización.

Sin embargo desde hace un puñado de años, ha surgido una serie de líderes políticos nacionalistas encabezados por el presidente norteamericano y la primera ministra inglés que culpan a la globalización como la fuentes del cierre de fábricas, niveles de ingreso estáticos y flujos migratorios ilegales.

Washington se retira de acuerdos globales, impone sanciones arancelarias y quiere levantar un muro fronterizo. Y en Inglaterra ponen en movimiento su salida del gran experimento europeo de unión política y comercial.

Inversamente, las anteriores sociedades socialistas dictatoriales o absolutistas como Rusia y China procuran cada vez más una mayor integración e interdependencia, cifrando sus esperanzas de crecimiento económico y mayor bienestar social en la actividad económica derivada de sus exportaciones.

En República Dominicana el mejor ejemplo de la globalización lo encontramos en la industria turística y de zonas francas.

Un viraje hacia el movimiento de la antiglobalización podría ser fatal para nuestro desarrollo, a pesar de lo atractivo que esta postura resulta para los socialistas del patio.

En gran parte la actual estabilidad económica tiene mucho de sus fundamentos en las remesas que cruzan fronteras de dominicanos ausentes, al mismo ritmo que extranjeros nos visitan para disfrutar de nuestro “paraíso”, y comercializadores internacionales han preferido una manufactura dominicana para abastecer la demanda de sus productos.

No nos equivoquemos ni escuchemos cantos de sirena; defendamos firmemente los niveles de integración que ha alcanzado nuestro país.