Resistencia y desafío del imaginario

Miguel Phipps Cueto se ha resistido a través de su imaginario narrativo, a que el aplastante paso de la modernidad desfigure, borre o convierta en fluidez, volatilidad o ágiles cenizas todo el legado, especialmente de creencias, costumbres, vivencias y mitos, de la tradición oral y la cultura de nuestras comunidades, sobre todo, las vinculadas a la industria de la caña de azúcar en la región este del país.

Los personajes, tramas o situaciones, los desenlaces de sus cuentos o relatos se vinculan muy estrechamente a lo que vivió en su infancia, en la cura de dolencias y enfermedades con remedios caseros, en las creencias religiosas populares y en los hábitos de las comunidades rurales y urbanas que han ido desapareciendo de nuestra cotidianidad, quiérase o no, a consecuencia del impacto de los avances científicos y tecnológicos y de las transformaciones económico-consumistas globales, que han modificado nuestro estilo de vida hasta asimilarlo a la tardomodernidad.

Decenas de cuentos infantiles y juveniles, al igual que los primeros relatos y novela de Phipps Cueto tienen como estrategia discursiva ese planteamiento de preservación de todo aquello que una vez fue sólido, según la expresión del escritor español Antonio Muñoz Molina, sin necesidad de reducirse a situaciones y atmósferas de carácter meramente costumbrista, aunque la anécdota cobra en su escritura un carácter relevante.

A propósito de años de ejercicio escritural, que en el ámbito de lo infantojuvenil le han hecho merecedor de múltiples reconocimientos, el escritor y crítico José Rafael Lantigua afirma, sobre Phipps Cueto, en un artículo publicado en su espacio Raciones de Letras, del periódico Diario Libre (19 de marzo de 2016) lo siguiente: “posee un caudal creativo sorprendente donde la naturaleza cubre un rol protagónico, creando en el lector menudo un interés por la valoración de las riquezas naturales.

Sus historias tocan sentimientos, actitudes y señas de identidad que sus personajes muestran para ser deleite y moraleja, o sea divertir desde la enseñanza de valores y provocar un disfrute pleno en el infante para que aprenda a discernir sobre hechos y situaciones específicas.

Y, la sencillez de sus relatos, el lenguaje que utiliza y la brevedad de la mayoría de sus creaciones permiten al lector infantil acometer la tarea de la lectura sin complicaciones. Creo que estas características constituyen casi un breviario de cómo debe escribirse para los niños”.

Sus logros en la narrativa infantil y juvenil no obstan para que nuestro autor haya retomado el camino de la narrativa corta para adultos, habiendo publicado en 2017 el volumen “Cuentos agnósticos y enigmáticos” y en este año dos nuevos títulos, a saber, “Al margen de la luz. Cuentos hirientes” e “Inquietudes del alma.

Cuentos intensos”. Estos nuevos relatos del autor petromacorisano, de orgulloso origen cocolo, se mueven, temáticamente, entre la memoria del imaginario popular y los nuevos desafíos, sobre todo axiológicos, que la sociedad contemporánea coloca ante el individuo, desde la conducta criminal hasta la moralmente perversa.

De ahí que, en ocasiones, nos encontremos con relatos que se adentran en los enigmas de nuestra cultura, como también otros que resultan hirientes, dado que lastiman nuestra escala de valores sociales, o bien, intensos, por la escalada erótica y pasional que las historias y sus desenlaces, más la tipología de los personajes revisten.

Se trata, pues, de tres volúmenes que reflejan, de manera simbólica, los avatares del tránsito de nuestra sociedad y nuestra cultura, desde un marco de arraigadas tradiciones decimonónicas a una posmodernidad, que como apunta Michel Maffesoli, tiene la virtud de combinar lo arcaico con lo ultramoderno, para dar como resultado las nuevas tribus posmodernas.