Reflexiones post-eleccionarias

Reflexiones post-eleccionarias

Reflexiones post-eleccionarias

No puedo ufanarme de venir de una estirpe de héroes o de mártires. Aunque sí puedo enorgullecerme por todo el honor de haber aprendido a recibir la recompensa al duro trabajo, al concepto de la honorabilidad y a la herencia de una educación y filosofía de vida basadas en lo que llamamos las buenas costumbres y la capacidad de discernir entre el bien y el mal.

Acabamos de pasar por un proceso eleccionario que transcurrió en un ambiente llamado democrático, dado que se invitó al pueblo a asistir a unas votaciones, que pese a que atravesaron por muy diversos contratiempos, podríamos darles el título de libres.

Utilizo el condicional como recurso retórico, porque libre es todo aquel que teniendo consciencia y conocimiento de sus acciones, obra de acuerdo a ello.

Me pregunto si todos mi amados compatriotas habrán ejercido su voto bajo esas circunstancias, o si por el contrario, fueron compelidos a hacerlo como resultado de la escogencia del mejor postor, es decir, al que les ayudará a mantenerse bajo las condiciones menos malas, siempre manteniendo su condición de clase “necesitada”.

Con anterioridad expresé mi agotamiento e impotencia ante la ingente propaganda mediática de un único partido. No había momento de sosiego hogareño que no se viera interrumpido a cada

instante por anuncios cuyo costo ni pretendo calcular. Asimismo espero a posteriori otras leyes que perjudiquen una vez más a un pueblo que no soporta más carga impositiva.

¿O es que el maná bajará del cielo para suplir el caudal de recursos dilapidados e invertidos en cuatro años más de lo mismo? No se requiere genio matemático para intuir sin pesimismo que no pasarían ni tres años sin que el espejo refleje una República Dominicana en condiciones similares a nuestros vecinos borinqueños, pero sin la esperanza de ayuda externa, y yendo más lejos ni pensar en otra Venezuela. Espero equivocarme.

Sin intención de “aguar la fiesta”, creo ver la triste realidad de un destino irrefrenable e insidioso para las generaciones futuras, entre las cuales desde ya hay muchos jóvenes , los cuales aseguro con el corazón destrozado en mis manos, que ya se están abriendo camino en otras naciones que les puedan brindar mejores opciones y condiciones de vida sin tener que recurrir al clientelismo político.



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