Sólo la falta de una sólida cultura de planificación, y la ausencia de un serio sentido de prioridad, explica que a más de un mes del inicio del año escolar 2009-2010, se hable de la falta de cerca de siete mil maestros y maestras, para los distintos niveles y áreas, del sistema de enseñanza del país.

La carencia de una cantidad tan apreciable de docentes, supone la existencia de una de dos situaciones, o la combinación de ambas, a saber: muchas niñas y niños aún no han comenzado a recibir docencia durante el presente año escolar, o la reciben en condiciones de extrema precariedad; asignando dos secciones a un solo profesor o profesora, aunque los alumnos/as se ubiquen como sardinas.

Una y otra repercuten en la calidad de los resultados del sistema educativo; contravienen la urgencia que objetivamente tiene la sociedad dominicana, de transformar la realidad actual en el referido sector, y muestra la inconsistencia y la falta de coherencia, entre el discurso y la práctica oficial.

La apertura del año escolar tiene una fecha en calendario, es previsible la cantidad de niños y niñas que adicionalmente ingresan a la escuela cada año lectivo, mismo que la cantidad de maestros y maestras que adquieren el derecho al retiro. De modo que se pueden establecer las necesidades de personal docente, de apoyo, etc. y responder a las mismas, oportunamente.

No se trata de falta de profesionales de la educación dispuestos a realizar esa labor,  todo lo contrario, los mil doscientos setenta y tres que fueron a concurso en el 2007, y lo ganaron, tienen dos años en el registro de elegible, a la espera de ser nombrados.

No hay duda de que la existencia de este y otros problemas del sector, recurrente  año tras año, está vinculado a la falta de recursos, a la muy pobre inversión que hace el Estado en la educación, la cual obra en contra de la ejecución de una oportuna planificación y refleja la importancia que a esta estratégica área social, le asigna el gobierno.

Es esta la misma razón que explica el drama de todos los años, con los planteles destartalados, la falta de baños, de bibliotecas, de butacas, laboratorios, de registros y material de apoyo en el tiempo apropiado. Es esa la causa eficiente de que escuelas cuyos procesos de reparación debía llevarse a cabo en vacaciones, se inicien justo al inicio del año escolar.

Por ello tiene sentido, y debemos apoyar todos y todas, la campaña que este miércoles inició, el Centro Padre Juan Montalvo, por un presupuesto contra la pobreza y la exclusión.   

*La autora es ex presidenta de la ADP y dirigente del Miuca.