Recordando a Joseíto Crespo

Recordando a Joseíto Crespo

Recordando a Joseíto Crespo

Rafael Chaljub Mejìa

De Joseíto Crespo ya casi nadie se acuerda. Casi nadie le dedica un artículo o alguna actividad conmemorativa. Hace poco manejaba el nombre y los datos biográficos de José Agustín Crespo Minaya, nombre oficial de Joseíto, y me sentí impulsado a dedicarle estas líneas a su memoria.

Él era maeño, yo de Nagua, pero nos juntó la militancia común en el Catorce de Junio.

Las reuniones regionales bajo el gobierno de Bosch; los encuentros en los días previos al levantamiento guerrillero del 28 de noviembre de 1963; la estadía obligada en la cárcel de La victoria en 1964 después de la guerrilla.

A Joseíto, importante dirigente del 1J4 en Mao, le correspondió la grave responsabilidad de venir desde Santiago a dirigir el traslado del líder Manolo Tavárez a esa ciudad cuatro días antes del inicio del alzamiento.

Los riesgos y las dramáticas incidencias de esa travesía hacia el Cibao estremecen al ser leídas en el relato que Joseíto publicó alguna vez.

Ya en las montañas de Manaclas, cuando llegó la hora crucial de decidir el destino de la guerrilla, que envolvía, como desgraciamente envolvió, la vida de Manolo y muchos de sus compañeros, Joseíto, desde una actitud revolucionaria, se opuso a la rendición, le aconsejó a Manolo no entregarse y cuando no pudo evitar lo que estaba ya decidido por mayoría, pidió permiso al líder para no rendirse y tratar de salvar su vida y la de varios de sus compañeros por sus propios medios.

Junto a Rafael Reyes Gómez –Pitifia_ y Napoleón Bolívar Méndez –Polón- caminó hasta que 8 días después los tres fueron capturados en las cercanías de Santiago Rodríguez, tras vencer las más grandes adversidades.
Cuando la guerra de abril de 1965, Joseíto cumplió misiones en el interior del país.

En 1967 viajó a Cuba en representación del 1J4, ese mismo año encabezó la selección de cuadros que el partido envió a China, y de la cual me tocó formar parte. Después que el 1J4 quedó desintegrado, se trasladó a París, a estudiar y trabajar, allí brindó solidaridad a cuanto revolucionario pasara por esa ciudad, y terminó sus días el 5 de agosto de 1983, como militante del Partido Comunista del Trabajo en Nueva York.

Junto a ese revolucionario de temple, siempre estuvo presente aquel ser humano alegre, cálido, a quien jamás olvido y al cual dedico mis mejores recuerdos.



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