Rapacidad de la explotación minera transnacional

Rapacidad de la explotación minera transnacional

Rapacidad de la explotación minera transnacional

Las compañías transnacionales que explotan el subsuelo en búsqueda de oro y otros metales se comportan como aves de rapiña, que despedazan las entrañas de la tierra, contaminan el ambiente y ponen en peligro la salud de  los asentamientos humanos cercanos.  Los gobiernos que permiten tales prácticas son condenados por la opinión pública como títeres y vende patria, al servicio de los peores intereses antinacionales.

La explotación minera a través de la historia es la causante de los peores males que han ocurrido en nuestra Patria, en América Latina y el Caribe. Las ansias de obtener oro por parte de los conquistadores españoles fue el motivo principal de la extinción de los pueblos originarios, tainos, caribes y guanahatabeyes o siboneyes.

Han transcurrido más de quinientos años desde que se inicio el holocausto contra los pueblos originarios de América y aun las potencias imperiales y sus compañías transnacionales de explotación minera, no satisfacen su sed de oro y otros metales, aunque tengan que recurrir a situaciones parecidas a las que motivaron el exterminio de los pueblos originarios.  Para estas empresas insaciables no existe ética ni principios, más que el beneficio económico que representa la explotación minera a cielo abierto, sin importarle los daños medioambientales, a la flora, a la fauna y a la salud de las poblaciones humanas.

Los pueblos de América Latina y el Caribe continúan siendo víctimas de la explotación minera a cielo abierto, por la complicidad de gobiernos que representan los intereses de elites económicas nacionales y transnacionales.

La explotación minera a cielo abierto en América Latina y el Caribe tiene nombre y apellido: Gold Corp.; Black and Fire; Liner Gold Corp.; Australian Mineral Group; Frontier Development Group; New Gold; Barrick Gold, entre otras.

*El autor es Secretario General de la Asociacion Americana de Juristas-AAJ.

 



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