Porque Hay dos tipos de personas: las que se elevan, y las que se agachan.
La fama es un efluvio;
la popularidad es un accidente;
las riquezas son efímeras;
sólo el carácter perdura.
H.Greely.-
Es difícil comprender ante referentes tan contradictorios, entre dos figuras de contraste como la alegría y la pena; el hambre y el hartazgo; la verdad y la mentira; lo ético y lo que no es, en fin, contemplar estas acciones desde una perspectiva que las iguala, y neutraliza los efectos negativos de la una, para justificar todo en una imagen grotesca donde se conjuga la irresponsabilidad y el descaro.
Y el problema no es que no nos podamos imaginar lo descarado e ineficiente que es este señor, sino, que es mucho más de lo que nos podamos imaginar.
Poco es decir, cuando sin vergüenza alguna, sin ningún dejo de pudor, el ministro viajero y eterno sonriente, nos llena de vergüenza ante el mundo y permite que se organice un campeonato nacional infantil de atletismo, como si fuésemos uno de esos países pobres africanos, con niños indolentemente corriendo descalzos en una moderna pista mientras el indolente ministro proclama que en cuanto a deportes e´palante que vamos.
Esas fílmicas, esas fotos que dieron la vuelta al mundo, que avergüenzan y duelen a la gran masa de dominicanos, refleja, sin palabras, el gran desarrollo dominicano. Con esta acción, en cualquier otro país que se jacte de serlo, este señor hubiese sido echado a la calle, con unos cuantos latigazos por demás, con el fin de dejar bien claro, lo que no debe de ser ni esperarse de un funcionario público.
Pero eso no es nada. De cosas como esta, podemos hacer un sancocho de apaga y vámonos, mientras las instalaciones deportivas languidecen sin que la figura quijotesca del ministro se dé por enterada. Mientras tanto, el otrora Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, pulmón natural de la capital y lugar por demás donde se aloja el inconmovible ministro, se ha convertido en un verdadero vertedero. Escombros y basura, gracias a la incompetencia y falta de breteles de este paniaguado dizque ministro, que por sus irresponsables actuaciones o falta de actuación, duele y parte el alma recordar lo que en sus días fue el Centro Olímpico.
Pero, el ministro, especialista en alabanzas vergonzosas para encubrir su ineficiencia, ve la realidad del deporte muy alejado de la misma, ya que la percibe a través de una visión que solo él la vive y esto al parecer, por falta de valor y eficiencia para ver la cruda realidad cara a cara y hacerle frente, aceptándola tan desastrosa y lastimera como es, tal cual es.
Aunque, no dude usted, que como artista consumado en el mal drama, el día menos pensado alquile un jet y se vaya a ver los juegos de grandes ligas y en medio de ese escenario pomposo y en el cual le gusta nadar como pato en el estanque, aproveche la oportunidad e invite un grupo de peloteros cuantos pueda albergar el Lear Jet-, con el fin de darles animo, a compartir un suculento desayuno, en el restaurante más alto del mundo, en Dubai, con el fin expreso que ellos prosigan poniendo en alto el nombre de este país y con esta acción borrar la visión vergonzosa de los niños corriendo descalzos.
Y, como creo y percibo, que el señor presidente desconoce esta situación, ya que nadie se lo dice y los acuciantes grandes problemas no le permiten ver ni imaginarse este drama que cual obra mala muy mala lleva a cabo este señor, voy hacer como monseñor Panal, durante la celebración de aquel famoso Tedeum en presencia de Trujillo.
Permitidme, amado Jefe, que en intimidad con nuestro Dios, os cuente, de amigo a amigo, mis penas más íntimas, que en esta ocasión son tan hondas y amargas como no las he sufrido en el pasado, ni creo que las pueda pasar más intensas en lo futuro .. Dando a entender que el Jefe no estaba al menos minuciosamente bien enterado de la situación que se estaba padeciendo en esos tiempos. ¡Que el Jefe no lo sabía! Jia, jia, jia, ¡jajajaja! ¡Sí señor!