El mercado de valores de nuestro país ha mostrado un crecimiento satisfactorio, evidenciado por un volumen total transado en el primer cuatrimestre del año superior a los 128 mil millones de pesos, a la vez representando importantes avances con respecto a años anteriores.

Sin embargo, cuando se observan las cifras totales transadas en el mercado criollo durante la última década, observamos que la inmensa mayoría, que algunos calculan en un 98 %, están representados por valores gubernamentales, calificados como los de menor riesgo.

Esta característica evidencia que entre nuestros inversionistas y los partícipes que conforman el mercado de valores dominicano existe una marcada tendencia de aversión al riesgo, esto es, una preferencia mostrada por evitar incertidumbre en sus inversiones financieras.

Esto tal vez por la elevadísima rentabilidad que los títulos públicos representaron en el pasado, donde la pirámide de rentabilidad estaba al revés, y títulos de menor riesgo representaban mayor retorno, algo inverso a la lógica universal de la inversión.

Hoy en día, a pesar de la estabilidad macroeconómica de los últimos años, los actores del mercado siguen prefiriendo instrumentos de renta fija respaldados por la garantía soberana del estado.

Sin la diversificación de los riegos, lograda por la vía de participaciones directas en proyectos, empresas y fondos empresariales, como lo son el Fondo GAM, Advanced o Infraestructuras, o en empresas públicas como seria la privatización de la participación de PDVSA en Refinería de Petróleo o hasta de la propia CDEEE en Catalina, no habrá desarrollo de mercado, ni diversificación, ni mayores posibilidades de rentabilidad, ni ganancias en la revalorización de los títulos.

Ya es tiempo de que todo el mercado se enfrente a esta realidad y juntos ejecuten estrategias que permita a los inversionistas actuales y potenciales participar en ofertas públicas más diversas, rentable, y de mayor impacto económico y social, dejando atrás la actual aversión al riesgo.