Que esta celebración no termine

Que esta celebración no termine

Que esta celebración no termine

Mayra de Peña

La semana que recién termina estuvimos conmemorando  el acontecimiento más importante en lo relativo a la vida espiritual de los seres humanos; un acto de amor que nuestro creador y Dios realizó en favor de la redención de una humanidad con naturaleza pecadora,  que por sus propias fuerzas jamás hubiera logrado.

El sacrificio de Jesús en la Cruz del Calvario y su resurrección estampó un sello de eternidad con Dios a la que estábamos vedados, por el pecado cometido en el Edén.

Sin lugar a dudas tenemos que dar gracias a Dios, no solo en el tiempo de la Semana Mayor, es asunto de darle gracias todos los días, porque el milagro de amor ha sido tan grande, que en nuestra limitación de naturaleza carnal no alcanzamos a vislumbrar en su justa dimensión.

Cuando estamos frente a la muerte de un familiar y repasamos las etapas de la vida, vemos la grandeza de una creación justa y perfecta desde el punto de vista espiritual, donde al final no importa si somos blancos o negros, o amarillos o de otro color, ricos ni pobres, de una nación u otra, esa diferencia no surgió de la creación, la impusimos nosotros, pues lo que importa ante Dios es la huella que dejamos.

Para ser más exactos, en ese escenario nos vemos frente a la realidad de que somos polvo, y si obviamos  el paso del tiempo, eso queda al incinerar un cuerpo.  La verdad es dura de ver pero hay que enfrentarla, físicamente a eso quedamos reducido.  Es ahí cuando elevamos nuestra mirada al Padre y decimos, gracias mi gran Dios, porque fuimos creados con carácter de eternidad y  por amor, en esa dimensión y mediante el sacrificio de Jesús, hiciste la gran diferencia.

 Cada vez son menos los que conmemoran la victoria de Jesús en la cruz y su obra de redención.

El mundo atraviesa por una marcada degradación de valores, el amor es el gran ausente y por ende el  pecado parece tener una línea progresiva, pero la buena  noticia es que aún abundando el pecado y el desapego a Dios, sobreabunda la gracia, tu y yo estamos a tiempo de elegir la eternidad con Dios..

Que esta celebración no termine con la Semana Mayor, que la misma permanezca en nuestros corazones y se refleje en nuestra forma de vida, impactando al prójimo.

No olvidemos que el  amor de Dios permanece para siempre porque no es un sentimiento adherido, es un atributo a su existir.

 Un abrazo,


Mayra De Peña

Lic. en Contabilidad, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduada de Periodista, en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP). Locutora, con un Diplomado en Comercio Exterior, y Diplomado en Política Estratégica. He desempeñado diversas funciones dentro del sector Privado y Gubernamental. Hija de Dios y amante de la naturaleza. Creo en vivir a plenitud de manera equilibrada y en lo significativo de quererse y valorarse como individuo. Soy una feliz madre de tres hermosas hijas, creo en el matrimonio, en la institución familiar y en la importancia de predicar con el ejemplo. Amo escribir y con ello transmitir mi sentir y sobre todo tengo en alto estima alimentar el espíritu, pues de él mana la vida.