El pasado 15 de mayo interpuse una acción de amparo contra el DNI, el Ministerio de Interior y Policía y la Procuraduría General de la República, que buscaba poner fin al espionaje telefónico admitido abiertamente por varios funcionarios.

Esa ilegal práctica es tan delicada que en Estamos Unidos le costó el cargo al presidente Richard Nixon.

El lunes 5 de junio se nos entregó la sentencia. Estoy consciente de los vínculos entre el Poder Judicial y el poder político, pero no pensaba que un tribunal pudiera llegar a ese nivel de servilismo.

Negar un pedimento tan sencillo: que se les ordenara esos funcionarios abstenerse de violar el derecho a la intimidad. El juez alegó que “no se comprobó vulneración a derechos fundamentales”.

En una democracia verdadera, la razón de ser del Estado es garantizar los derechos de las personas; pero en República Dominicana vemos que la función del Estado es validar el abuso de poder y revestir de impunidad a la clase gobernante.

El gobierno pone así en evidencia su naturaleza tiránica, y con esas acciones nos señala el camino que debemos seguir los dominicanos y dominicanas.

Un juez puede negarnos un derecho, pero algo que jamás podrá es quitarnos la razón; y el que tiene la razón tarde o temprano tendrá la victoria.

Esos jueces serviles que han cambiado la dignidad por mafiosas ventajas, esos cuya mediocridad los ha arrastrado a besar los pies de los inmorales, esos que hoy nos niegan nuestros derechos, ellos pronto conocerán la justicia. Que la ira que nos llena el alma ante tantas injusticias no nuble nuestra mirada hacia el objetivo.

Convirtamos la indignación en una fuerza transformadora, y llenemos nuestro corazón de esperanza.

Que el odio al enemigo no nos haga olvidar el amor por nuestro pueblo. Así, con cada golpe estaremos más determinados en nuestra lucha.

Levantemos bien alto nuestra frente, convencidos de que estamos del lado correcto. Marchemos con firmeza y dignidad. Un país nuevo está delante de nosotros, y vamos caminando hacia él.