Estamos a punto de ver algunos de los primeros frutos del reciente empoderamiento (conciencia, organización y capacidad de influir) del pueblo dominicano contra la corrupción y por el fin de la impunidad.
Proceso desatado a partir del 22 de enero del presente año, que encontró uno de sus antecedentes en “los encadenamientos” humanos contra las inefables acciones de la Oficina Inspectora y Supervisora de Obras del Estado (Oisoe).
Estamos a punto de que el poder en la calle propiciado por el Movimiento Verde y encarnado en la Marcha Verde se traduzca en algunos hechos esperados.
Estamos muy próximos a que se conozca, se detenga y sean procesados los que fueron sobornados por la empresa brasileña Odebrecht.
¿Serán todos los que son? ¿Estarán dentro del grupo los mayores responsables? Lo dudamos. A juzgar por todos los “mareos”, “acotejos” y por los tantos precedentes en nuestro país, nos inclinamos a creer lo contrario.
Hasta ahora somos un país en que “la soga rompe por lo más débil”, y no vemos señales de que eso vaya a cambiar.
De modo que en el caso habrá una discriminación, que será una burla al país, pero que en algún momento será cobrada.
También constituye una gran discriminación y un pésimo ejemplo al país que las autoridades de la Procuraduría General de la República hayan dispuesto una rápida reparación y pintura a los espacios en que se supone serán alojados en primera instancia los apresados por soborno.
Acondicionamiento y limpieza hacemos los dominicanos y las dominicanas cuando tenemos una visita a nuestra casa importante y querida.
En República Dominicana casi la totalidad de las cárceles públicas son espacios inmundos en todos los sentidos. Sólo no lo son las instaladas para ser exhibidas o publicitadas como “modelo”.
Esas cárceles inmundas no han sido mandadas a higienizar. Y es que en la casi totalidadde ellas habitan personas que para el Procurador no son personas importantes social y políticamente, no son gente de “cuello blanco” y corbata.
Actuar así, favorablemente frente a gente a la que se le confió altas responsabilidades, que no tuvo ningún miramiento para lucrarse y coaligarse a una infame empresa foránea para robarle al pueblo dominicano sus escasos medios de sobrevivencia, es actuar al revés y en contra de los más elementales principios de igualdad y justicia.
Concluimos expresando el rechazo a este acto, pésimo ejemplo para las generaciones jóvenes, fatal gesto de discriminación, que nos permite verificar cuán torcidas ven las cosas muchos de los que dirigen este país.