Primeros 90 años de Anselmo Muñiz

Primeros 90 años de Anselmo Muñiz

Primeros 90 años de Anselmo Muñiz

Rafael Chaljub Mejìa

Anselmo Muñiz Arias acaba de celebrar sus noventa años. En una acogedora residencia campestre cercana a la capital, se congregó gran parte de la familia y una importante representación de los amigos de Anselmo, en una fiesta a la que no le faltó detalle para agradar a los concurrentes. Porque si algo pudiese haber faltado, Nelson Muñiz, Sira Taveras y los demás organizadores de la celebración se encargaron de preverlo. Hasta traer del Cibao a mi compadre Manolo Santos y su conjunto y ponerle un broche de oro con el maestro saxofonista Crispín Fernández, para que el merengue típico sonara más completo. Anselmo se recordó de su tiempo y fue de los primeros en tirarse al salón y demostrar que a los noventa conserva intactos el sentido del ritmo de los buenos bailadores de enramada.

Anselmo es un ser humano extraordinario, de sensibilidad muy fina, con alma de artista que se traduce en cuadros bien pintados, cargados de vida y simbolismo. Como todos sus hermanos, fue educado desde el hogar de doña Justa y don Anselmo, en los campos de Gaspar Hernández y los valores inculcados en ese hogar, le han servido de norte orientador desde que muy joven empezó a caminar, mundo adentro, por las sendas impredecibles de la vida.

Hombre de ideales progresistas, forjó amistad con muchos luchadores revolucionarios y no es extraño que a la celebración acudieran hombres y mujeres con los cuales compartiera riesgos y esperanzas en momentos muy difíciles del proceso.

Yo llegué a la familia Muñiz de la mano de Miguel Ángel, mi entrañable compañero de siempre. He sido beneficiario de una larga relación casi familiar, y como señal de cercanía debo decir que el propio Anselmo fue el padrino de mi matrimonio con Dulce, el fiador de la primera pieza que ella alquiló en la capital bajo el régimen de los doce años y que a raíz de mi apresamiento en enero de 1974, Anselmo fue uno de los primeros en acudir a darle ayuda a ella y los hijos en medio de aquel trance.

Yo disfruté con inmenso regocijo aquella fiesta. Deseo y espero que ya celebrados estos primeros noventa años de mi admirado Anselmo, la fortuna lo siga premiando a él con muchos años más de vida y a quienes lo queremos, con el privilegio de seguir teniéndolo entre nosotros.



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