La palabra monitoreo no está registrada en el Diccionario de la Real Academia de Lengua, aunque su uso en el argot popular implica la observación del curso de uno o más parámetros para detectar eventuales  anomalías.

En el caso que nos ocupa, se refiere al seguimiento y evaluación de la economía dominicana recién efectuada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que aún les debemos US$ 500 millones a consecuencia del acuerdo que dio origen a dicha deuda.

Al efecto, y al concluir la visita de seguimiento al cierre del mes pasado, el FMI emitió una declaración con los principales rasgos de su inspección. ¿Y que nos dice, o recomienda el Fondo? Poco nuevo.

Ya habíamos sido informados de las expectativas de un crecimiento económico moderado para   2013 producto de la más reciente reforma tributaria y la desaceleración registrada en el gasto publico.

Sin embargo, cuando las autoridades nacionales observaron esta mismas conclusiones semanas antes, decidieron expandir el circulante, modificando el encaje legal del sistema financiero para permitir un grado mayor de liquidez, pero esta vez recurriendo a la política de los años setenta de utilizar un encaje selectivo para asegurarse que los recursos liberados fuesen a su destino, y no al consumo.

Llama mucho la atención cuando el FMI dice: “La misión exhortó a desarrollar planes para compensar por insuficiencias potenciales en los ingresos o exceso de gastos”.

Ello así porque aquí el FMI revela nueva vez su viejo recetario de crear más impuestos para hacerle frente a la atribuida opacidad del gasto público, o al tamaño del mismo.

El mensaje final parece  ser: dominicanos, todo está bien, cobraremos lo que nos deben, cuídense de gastar más de lo que ingresan, no cojan tanto fiado y si gastan más, aumenten los impuestos. ¡Qué barbaridad!