Al finalizar el siglo XX las ideologías políticas perdieron su fuerza como señal de identidad y horizonte de construcción de sociedades.

Si vamos a ser precisos debemos reconocer que fue el socialismo quien tocó fondo y posibilitó que la lógica del capitalismo pasara a ser considerada como sentido común.

Los Estados cada vez más reducidos en sus competencias, los mercados cada vez menos regulados y la codicia como motor personal del desarrollo, signan gran parte de las prácticas políticas.

Partidos políticos como el PRD y el PLD que se definieron en sus inicios como revolucionarios, impulsores de la democracia y la justicia social, hoy albergan entre sus líderes y militantes a partidarios de propuestas xenófobas, hostiles a la democracia y corruptos medulares en el uso de los recursos públicos.

Por eso no es de extrañar que muchos de los dirigentes perredeistas y peledeistas defiendan la sentencia 168-13 y la eliminación del artículo 85 del Código Procesal Penal.

En ese último caso es grave que dicha supresión ocurriera al margen de la voluntad de los congresistas, por procedimientos fraudulentos.

Las grandes revoluciones burguesas del siglo XVIII y las revoluciones socialistas del siglo XX defendieron -al menos en sus discursos- la igualdad de todos los seres humanos y el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos como soberanos.

Con muchos de los políticos actuales en nuestro país asistimos a la defensa del racismo, la negación de derechos y el usufructo de los bienes públicos para su enriquecimiento personal. ¡Retrocedemos!