Ana María Rodríguez es una inmigrante venezolana que dedica parte de su tiempo a ayudar, de manera voluntaria, a sus compatriotas a lidiar con su situación migratoria en el país.

Por su trabajo humanitario vivió momentos de angustia al ser arrestada y amenazada con ser deportada.
Ana María Ramos hace una labor encomiable y, más que angustiarla, se le debe dotar de herramientas para que sus esfuerzos se multipliquen.

La Embajada de Venezuela en el país ha estimado que unos 30 mil venezolanos han entrado a República Dominicana y no han retornado a su país.

Esa nación suramericana vive una crisis humanitaria como consecuencia del proceso de instauración de una dictadura.

Por tanto, esos inmigrantes tienen vocación de retornar a su país.

También tienen la vocación de tener un estatus migratorio regular mientras permanezcan en República Dominicana.

Tomando en cuenta esas premisas y en reconocimiento a la legendaria solidaridad del pueblo venezolano, no es descabellado pensar en un Plan de regularización especial para esos ciudadanos que huyen de la crisis de su país, condicionándolo a su apego a las leyes nacionales y a controlar futuros ingresos.
Vale la pena pensarlo.