Papa afirma escándalo Odebrecht es una «anécdota chiquita» de la corrupción en Latinoamérica

El papa Francisco se reúne con obispos en Lima, Perú. AP

LIMA, Perú.- El papa afirmó el domingo que la política en Latinoamérica está en profunda «crisis» por la corrupción y aludió al escándalo de sobornos desatado por la constructora brasileña Odebrecht en su segunda alusión a la corrupción durante su gira por Perú.

«El caso Odebrecht simplemente es una anécdota chiquita, el ’quid pro quo’ (intercambio) pero no del sano negociado político… sino del ’te tapo esto pero me tapas esto’», dijo Francisco en su cita con obispos del país luego que un religioso le comentara que Perú estaba en medio de una crisis política.

El viernes, en un discurso frente al presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski y a la élite política peruana, el papa ya se había referido a la corrupción en Latinoamérica a la que llamó «virus social» que ataca las bases democráticas de la región. Francisco dijo además el domingo a los obispos que no deben descuidar la dirigencia de los pueblos.

«Si caemos en manos de gente que solamente entiende el lenguaje de la corrupción estamos fritos. Allí sí que no tenemos oportunidad de ponerle aceite en las manos… se les pega la plata».

El papa también se refirió en tono de broma al inédito fenómeno peruano, en el que todos los presidentes que han gobernado el país desde 2001 están salpicados por el caso Odebrecht.

«¿Qué le pasa a Perú que cuando uno deja de ser presidente lo meten preso? (Ollanta) Humala está preso, (Alejandro) Toledo está preso, (Alberto) Fujimori estuvo preso, hasta ahora Alan García está que entro y que no entro», dijo el papa en medio de las risas de los obispos.

Sobre el expresidente Alejandro Toledo (2001-2006) pesa una orden de captura internacional por presuntos sobornos y lavado de activos, Alan García (2006-2011) está bajo investigación por soborno y Ollanta Humala (2011-2016) está en cárcel provisional también por presunto lavado de activos. Incluso el actual presidente Kuczynski también está inmerso como testigo en una investigación fiscal por el pago de más de 782.000 dólares que Odebrecht realizó a su consultora financiera mientras era primer ministro del expresidente Toledo.

Por su parte, el expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), quien en víspera de la Navidad fue excarcelado por Kuczynski, cumplía 25 años de prisión por el asesinato de 25 peruanos pero también tenía otras tres condenas por delitos de corrupción.

Su liberación es vista por una parte de los peruanos como un «canje» para que reciba apoyo en el parlamento porque tiene una bancada débil.

El domingo Francisco cierra la más polémica y violenta visita de su pontificado con una última misa en una base de la fuerza aérea en Lima.

Se prevé que la misa atraiga a cientos de miles de feligreses peruanos antes de que el pontífice viaje de regreso a Roma, lo que sería un marcado contraste con la despedida que recibió en Chile, en donde su homilía final atrajo a muchas menos personas de lo anticipado y en donde hubo poca gente para presenciar su recorrido por las calles.

A pesar de la ensordecedora bienvenida que ha recibido el pontífice durante su estancia en Perú, la indignación por el manejo de la iglesia católica al escándalo de abuso sexual por parte de clérigos en Chile y las propias declaraciones de Francisco al respecto, continúan ensombreciendo su visita.

Durante su viaje de siete días a Chile y Perú, Francisco se disculpó personalmente con los sobrevivientes de abuso sexual por parte de sacerdotes, se adentró a la Amazonia para reunirse con líderes indígenas, denunció los estragos de la corrupción y la violencia contras las mujeres en Latinoamérica y llamó al gobierno chileno y a las facciones radicales Mapuche a resolver por medio de la paz una de las disputas más añejas de la región.

Pero el papa también atrajo un rechazo sin precedentes. Al menos una docena de iglesias en todo chile fueron quemadas y la policía antimotines lanzó gases lacrimógenos y arrestó a los manifestantes que intentaron montar una protesta durante su misa en Santiago.

Francisco atizó la indignación cuando acusó de difamación a las víctimas del sacerdote pedófilo más reconocido de Chile.

El pontífice argentino de 81 años de edad dijo que hasta que vea evidencia de que el obispo Juan Barros fue cómplice en el encubrimiento de los crímenes, las acusaciones de complicidad contra Barros por parte de las víctimas son «calumnias».

La declaración provocó que incluso el máximo asesor de Francisco en materia de abuso clerical expresara una sorpresiva crítica al pontífice, al decir que sus palabras «fueron una fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abuso sexual por parte del clero o cualquier otro perpetrador».