Pactar contra la violencia pero, con quién

Pactar contra la violencia pero, con quién

Pactar contra la violencia pero, con quién

Porque… “A menudo, la prueba del valor no

es morir, sino vivir”.

“En cuanto alguien comprende que

obedecer leyes injustas es contrario

a la dignidad del hombre, ninguna

tiranía puede dominarle”.

M. Gandhi.-

        No pretendo ni siquiera por asomo, ser la voz que clame por dar soluciones a este estado de violencia en el cual vivimos. Mucho menos, ser el pelo dentro de la sopa pero, considero que un pedazo de papel para poder escribir, un libro para poder leer, una mujer para poder amarla, un amigo para poder conversar o un hijo con el cual pelear, serían suficientes para poder vivir pero, falta más. Y más ahora que  parece estar “de moda” el tema de la violencia y que en muchos casos, “analistas” de noticias impresas en los periódicos, en vez de ayudar a la solución del problema, lo agravan cada día más.

        Distorsionan, quizás por estar en la moda y opinar sobre cualquier tema, yéndose a las consecuencias sin tratar las causas, muchas veces, para hacerse los graciosos o no buscarse problemas con los políticos, funcionarios y teóricos, que muchas veces los patrocinan, tanto por la derecha como por debajo de la mesa y que proclaman la solución a todo, pero no resuelven nada.

        La educación, indiscutiblemente, forma parte del problema aunque posiblemente se disputa la primacía con el hambre, la desesperanza y falta de oportunidades. Madres estas, de todas las desilusiones y comportamientos indebidos que por igual y sin contradicción alguna, las provoca la falta de buena formación profesional sin excepción alguna, desde las más encumbradas carreras universitarias hasta el más humilde plomero o pintor de brocha gorda.

        El hombre, llega a la casa y encuentra un pandemonio y un mar de llanto de niños hambrientos y mal nutridos, para qué diablos necesita un papel para escribir. Seguido esto, de una mujer protestando por la situación y el sin un centavo en el bolsillo, no obstante haberse pasado el día haciendo todos los esfuerzos por conseguir el peso que ayude a enfriar la situación imperante en el rancho. Entonces, qué demonios de inspiración va a tener para leer un libro.

        El amigo, que era amigo, se metió a político y ahora es todo un señor representante con el cual ya no puede siquiera conversar, entonces, qué carajo le queda por hacer. Protestar, maldecir y cantarle las margaritas a los “honorables” que han dilapidado el dinero con el cual él pudiese disponer de un trabajo donde ganarse el sustento y, por ende, la tranquilidad de su familia. Sin embargo, en vez de tener lo que debería llamarse hogar, se ha convertido en un real y verdadero infierno. Un infierno de inconformidad, de penurias, sin esperanza alguna, donde solo sobrevive y crece la miseria, mientras el amor, el buen decir, las buenas intenciones, se calcinan en medio de disgustos y violencia.

        ¿Eso es vida? ¿Puede eliminarse la violencia en medio de ese clima hostil que se respira en estos hogares? Claro, que nuestros dignos y abnegados “representantes” solo ven esto en tiempos de campaña y siempre acompañados de su respectiva “manita limpia” para que no se la vaya a pegar una vaina.

        La violencia no es solo verbal o física, porque además tenemos otra más perversa y mortal que viene manifestada en la actitud indolente, como la que adoptan aquellos elegidos o designados para ser gerentes que produzcan bienestar a los demás y que por el contrario se convierten en verdaderos buitres que se comen la masa pero, por igual, lo hacen con la carroña.

        Tendremos que continuar con este tema a propósito de ciertos pactos y actos de circos, si es que aun nos encontramos vivos. Mientras recuerden que, cuando la violencia llega, nadie está a salvo, no sirven los poemas, ni las caricias tiernas, ni los discursos embaucadores, porque el calor de la misma calcina todo lo bueno, incluyendo el pensamiento. ¡Sí, señor!

E-



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