El curso de las investigaciones sobre el supuesto pago de un soborno por parte de la empresa Embraer en República Dominicana para que se aprobara el contrato de compra de ocho Super Tucano deja la certeza de que, al menos, el Estado dominicano pudo haber conseguido un mejor precio.

Ante la acusación de que altos ejecutivos de esa empresa brasileña pagaron al menos 3.5 millones de dólares como soborno a un alto oficial dominicano y a un senador (no identificado), la empresa fabricante simplemente podía responder: esos precios no daban margen a pagar sobornos. Sin embargo, al menos que se sepa, no ha dado esa respuesta.

Es decir, que al margen de las interrogantes sobre posibles prácticas corruptas, es evidente que con una mejor negociación el Estado dominicano pudo haber obtenido mejores precios y por lo tanto hubiera requerido coger prestado menos dinero para pagar esas aeronaves.

Como es costumbre, todo parece indicar que también aquí el Gobierno negoció mal, que los funcionarios dominicanos llamados a defender el interés nacional no se empeñaron a fondo para rendir al máximo los recursos de un Estado pobre que a ellos les tocaba coadministrar.

Si las autoridades brasileñas afirman que hubo un pago de ese soborno, al margen de que tengan o no razón, quiere decir que los investigadores reconocen que el margen de ganancia de la operación daba pie a sacar esa cantidad para “pagar” a los promotores locales. Quiere decir que esa compra pudo salirle al país, al menos, 3.5 millones más barata.