Al cumplirse el primer año de las investigaciones formales del escándalo de corrupción de Odebrecht en el país, tarea que solo ha podido acopiar delaciones convenientes que protegen a los de arriba, sin que sus multimillonarias prácticas ilegales ni sus socios queden descubiertos, también se celebra el primer año de un maligna campaña de hacer daño hacia abajo.

Nos referimos a los daños causados por ellos hacia abajo mediante supuestas prácticas y artimañas altamente lesivas, consistentes en atrasos de pagos a sus suplidores y contratistas menores, en muchos de cuyos casos tras penosos procesos dilatorios incurren en prácticas de cuestionamientos de volúmenes, precios y tiempo, aun sean estos sus propios precios y reconocimientos de cumplimiento, con tal de dilatar o distender el cumplimiento de su obligaciones.

El “bullying” llega tan lejos que haciendo caso omiso a consejos de amigos se rumora que amenazan a pequeños contratistas a que los lleven a las cortes en procesos legales para el reclamo de sus derechos, convencidos de que el peso de sus relaciones y la enorme cantidad de emolumentos y tiempo requerido llevaría primero al pequeño contratista a la quiebra antes de lograr sus derechos y con ello liquidar sus obligaciones a precio de vaca muerta.

El aniversario del primer año de investigación del caso Odebrecht hasta ahora solo ha servido para resguardar de daños a los de arriba y permitirles atropellos y daños increíbles a los de abajo.

Reza el famoso refrán atribuido a Flavio Marciano Augusto cuando desafía a los de Atila: “El imperio tiene oro para sus amigos, hierro para sus enemigos”. Pero como dice otro refrán queridos amigos, nada es para siempre, ¿verdad?