Observando los valores éticos-morales

Observando los valores éticos-morales

Observando los valores éticos-morales

Obispo emérito Iglesia Episcopal/Anglicana

Estamos oyendo, leyendo y viendo, expresiones, escritos y actividades en que se predican de modo digno, los valores éticos-morales.

Es bueno y estimulante que éstos sean llevados a cabo; pues así se encausa la sociedad por el camino que exige la observación de ideas y condiciones de valía humana. Sin embargo, de modo alguno, los creyentes y apologistas religiosos, deben creer y exponer que los valores de la fe y la práctica cristiana son únicos y meramente fundamentados en áreas de las debilidades, desvíos e imperfecciones sexuales.

Hay un sinnúmero de errores, pecados y malas prácticas que cometen muchos integrantes de todas las denominaciones y persuasiones cristianas.

Es falacia, falta de humildad, y prepotencia que por ser cristiano, uno es mejor, y los demás no sirven.
Oímos frecuentemente expresiones como estas: “el pescador nunca dice que su pescado hiede”; o que, “el prójimo tiene astillas en su ojo, y no se fija que en el suyo hay un tronco”.

(Mateo 7:3). Jesús ha dicho que los que así actúan son hipócritas. De estos hay en todos los niveles de la escala de la religiosidad popular. Lo único que tiene la ética-moral absoluto es: “seguir lo bueno y evitar lo malo”.

La exigencia de observar los valores ético-morales debe abarcar todas las fases y componentes de la conducta humana, y no sólo una parte del quehacer de un segmento de la sociedad.

Es oportuno señalar, cómo debe ser el modus vivendi en la colectividad.

Es aceptable, razonable y apreciable que personas de fe, de buena voluntad, y de clara conciencia, sean modelos y aporten sus enseñanzas para moldear buenamente a la gente de todas las clases y condiciones del pueblo.

Los hombres y mujeres de sensibilidad y consagración cristiana están llamados a dar pruebas fehacientes de ser “sal y luz del mundo”; sin embargo, no deben pretender que son las fuentes primordiales de las virtudes; porque se sabe que los filósofos griegos dieron a conocer lo que sabemos de las “Virtudes Cardenales” y las ideas de los “Valores Morales”. Estas se pregonan usual y debidamente en las iglesias cristianas, para enfatizar e inculcar de manera concreta los principios evangélicos, porque son fundamentalmente los mismos predicados por Jesús el Cristo.

Los líderes cristianos, los fieles, y los seres humanos de buena voluntad deben concretar los ejemplos esenciales de las virtudes de la ética-moral, enfatizando que estas cualidades se oponen a los vicios, los errores, las maldades, la injusticia, la opresión, la discriminación, y la violencia en todas sus formas.

Es de lugar pensar y actuar conforme a lo que San Pablo escribió en Gálatas 5: 10-16: “No seamos orgullosos, ni sembremos rivalidades…

Es fácil ver lo que hacen quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas…”; más, el apóstol va más allá y sigue diciendo: “mantienen odios, discordias y celos… causan rivalidades, divisiones y partidismos. Son envidiosos… les advierto a ustedes… que los que así se portan no tendrán parte en el reino de Dios”.



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