Nuestra libertad

Nuestra libertad

Nuestra libertad

Un pueblo -se ha dicho en múltiples ocasiones- que no conoce su historia está condenado a cometer los errores del pasado; y el pueblo dominicano, que conquistó a un precio alto su democracia, tiene que venerar el capítulo heroico llamado Guerra de la Restauración.

Ese capítulo de nuestra historia, que devolvió a la República Dominicana su independencia, el 3 de marzo de 1865, está lleno de hombres y mujeres que se enfrascaron, a una corta edad, en batallas heroicas, sin medir consecuencias o peligros, y que se iniciaron el 16 de agosto de 1863 con el general Gregorio Luperón a la cabeza, comandando los primeros actos bélicos contra los ejércitos imperiales de España.

Muchos, incluso, ofrendaron el mejor tesoro: su vida, en beneficio de la libertad. De manera que las nuevas generaciones deben conocer el precio que se pagó por la libertad que tenemos hoy. Así sabrán defender el presente y trabajar por un futuro promisorio, y que a la vez contribuya a consolidar las estructuras de un Estado donde haya un respeto pleno a las leyes y los derechos humanos.

El grito de Capotillo fue el inicio de esta guerra libertadora, en 1863. Una guerra que dos años más tarde nos traería, con la victoria final, la restauración de la República. Todos los dominicanos, hoy, con nuestra bandera en alto, y las palabras “Dios, Patria y Libertad”, debemos honrar con dignidad grandeza de esta fecha.



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