No tiene dolientes

No tiene dolientes

No tiene dolientes

Antonio Acosta, primer vice presidente del COD.

El 15 de agosto del año 1996 se presentó a la cárcel preventiva La Fe el presidente Joaquín Balaguer en compañía del jefe del Cuerpo de Ayudantes, mayor general Pérez Bello y el secretario de Deportes Cristóbal Marte, quienes fueron recibidos por una comisión del comité ejecutivo del Comité Olímpico.

Allí Balaguer entregó el título de propiedad y ocho millones de pesos para convertir ese monumento de la injusticia, la crueldad y la inmundicia en un albergue que debía convertirse en un centro de alto rendimieno para los deportistas.

También para mejorar su forma de vida con mejor alojamiento, alimentación, atenciones médicas y otras necesidades que debe tener un atleta de ese nivel para poder dar buenos resultados.

A pesar de haber solicitado en numerosas ocasiones a los diferentes presidentes de la República y a los ministros de Obras Públicas la terminación del albergue olímpico, hasta la fecha ninguno ha tenido conciencia ni la voluntad política para la remodelación de este centro.

El albergue debió ser prioridad de los Juego Panamericanos 2003, ya que el mismo es de suma importancia para la preparación de nuestros atletas, y debió servir de alojamiento en los diferentes eventos internacionales en los cuales han participado nuestros deportistas.

Todos el mobiliario y las remodelaciones que se han hecho a un costo millonario se han deteriorado debido al gran tiempo que ha tenido para su terminación y uso.

Es mucho el dinero que se invierte en papeles durante las campañas electorales, en compra de conciencias, y grandes recursos que se sustraen de nuestros impuestos, pero es muy poca la inversión que se hace en el deporte.

Los deportistas y sus dirigentes deben exigir la terminación del albergue, pero todo indica que esta instalación, que debió ser el principal elemento en el desarrollo de nuestros atletas, definitivamente no tiene dolientes.



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