¡No nos quedemos sin hacer nada...actuemos!

¡No nos quedemos sin hacer nada…actuemos!

¡No nos quedemos sin hacer nada…actuemos!

Mayra de Peña

Segundo a segundo nos vivimos quejando de cómo anda el mundo, y en verdad anda muy mal, reiteradamente he expresado que la raíz de lo que nos está aconteciendo radica en que hemos sacado a Dios de nuestras casas y nuestras escuelas, y con ello, su código de conducta y sabiduría divina,  pero pocas reacciones veo en torno a esto.

El núcleo de la sociedad es la familia y si ella se está resquebrajando, la sociedad muere a pedazos. Si nuestra  autoridad cae cuando nuestros niños nos manipulan, ya sea porque no visualizamos el alcance de las consecuencias, o porque nos resulta más cómodo ceder a la manipulación,   pues así perdemos menos tiempo para  desarrollar nuestra agitada agenda social y laboral,  entonces estamos perdido y esto es lo que está sucediendo.

Vemos cada día como la violencia toma protagonismo y ella trabaja con estrategias definidas, innovadoras y es proactiva, pero ¿qué estamos haciendo nosotros para evitarla? Desde los altos Estamentos del Estado hasta el muy importante rol de padres está fallando. Los primeros porque quieren atacar la violencia pero no trabajan en la prevención y los segundos porque quieren dejarle todo al primero.

Señores, ¡despertemos!,  que nos están robando la paz, el bienestar y el derecho a tener calidad de vida. Dejemos de un lado nuestras prisas con otros asuntos y démosle tiempo y ejemplo a nuestros hijos, enseñémosle los preceptos de Dios contenidos en la biblia,  ella, entre otras muchas  bondades es nuestra enciclopedia de vida, motivemos a nuestros hijos a leerla, seamos innovadores, reinventémonos, hagamos dinámicas de lectura que sean atractivos para ellos.

Otro punto importante, no seamos pasivos en torno a la música que incita a la violencia, primero demos ejemplo no escuchándola  y expliquémosle que la violencia engendra violencia y si lo que escuchamos da culto a ella, se terminará pensando que la misma es parte natural de la vida. Vamos a explicarles  a nuestras niñas y adolescentes que es importante valorarse, que no respalden bailando y escuchando una música que denigra el rol de la mujer y las hace ver tan solo como un objeto. Promovamos y motivemos  la buena música desde pequeñitos en nuestros hijos…ellos serán los hombres dignos del mañana que la Patria necesita.

Eso mismo hagamos con los programas televisivos y las películas, muchas veces somos los primeros en ver películas violentas y novelas de narco…entonces como podremos exigirles después.

Nuestra cuota de responsabilidad ante el proceder de nuestros hijos es altísima. El rol de padres es esencial a la hora de formar. Sabemos que nuestros hijos no tienen que ser una copia de nosotros y nuestros ideales, pero con estrategia e inteligencia divina podemos incidir en ellos para bien.

Veamos televisión en familia  y créanme, no les auguro que todo será color de rosas, pero poco a poco, con comentarios acertados y oportunos, con respeto a sus opiniones pero exigiendo que respeten las nuestras,  se llegará al mejor de los consensos. Realicemos reuniones familiares, que nuestros hijos vean en nosotros además de padres, sus aliados, créanme, con dedicación y la ayuda de Dios, se puede.

Pidamos al Señor  sabiduría! Si actuamos a tiempo,  veremos resultados positivos en nuestra familia y  si ella está sana, la sociedad y el país gana.



Mayra De Peña

Lic. en Contabilidad, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduada de Periodista, en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP). Locutora, con un Diplomado en Comercio Exterior, y Diplomado en Política Estratégica. He desempeñado diversas funciones dentro del sector Privado y Gubernamental. Hija de Dios y amante de la naturaleza. Creo en vivir a plenitud de manera equilibrada y en lo significativo de quererse y valorarse como individuo. Soy una feliz madre de tres hermosas hijas, creo en el matrimonio, en la institución familiar y en la importancia de predicar con el ejemplo. Amo escribir y con ello transmitir mi sentir y sobre todo tengo en alto estima alimentar el espíritu, pues de él mana la vida.

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