No estamos entendiendo

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No estamos entendiendo

El Gobierno dominicano decidió aceptar a un narcotraficante cubano deportado por Estados Unidos tras cumplir una condena de 20 años por haber sido uno de los responsables de la orgía de sangre que vivió Miami en los años ochenta y noventa.

Estados Unidos no quiso quedarse en su territorio con este personaje que le recuerda una época más violenta incluso que la que vivieron Chicago y New York durante los años de la prohibición del alcohol, conocida como Ley Seca.

Tampoco quiso enviarlo a Cuba, como correspondía, porque al personaje en cuestión se le responsabiliza de haber financiado, con el apoyo de la CIA, un intento fallido de asesinato de Fidel Castro en los años noventa.

En todo caso, si Estados Unidos entendía que ese señor corría peligro en Cuba, donde tenía que quedarse era en Estados Unidos.

Primero, ese país jamás debió haberle pedido a República Dominicana que acogiera a ese narcotraficante responsable de cientos de muertos en Miami y de dirigir una banda criminal que en su momento superó los niveles de violencia de los carteles colombianos y mexicanos de ahora.

Segundo, el Gobierno dominicano no debió aceptarlo y poner a los dominicanos a correr el riesgo de tener entre nosotros a un criminal con tan sangriento historial como narcotraficante.

Pareciera que no tenemos suficientes problemas con los delincuentes de nacionalidad dominicana y los que cada semana nos envía de regreso Estados Unidos, entre los que podemos citar a Quirino Ernesto Paulino Castillo, Antonio del Rosario Puente o Ernesto Guevara Díaz.

El Gobierno dominicano cometió un error grave, que debe enmendar de inmediato retornando a Estados Unidos a Augusto (Willie) Falcón.



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