Es un poco reconfortante la noticia de que los legisladores del Partido de la Liberación Dominicana que aspiran a reelegirse no usarán los recursos de “el barrilito” durante el proceso electoral, para honrar así el principio de equidad con los candidatos de otros partidos que no cuentan, como aquellos, con dineros del Estado.

Digo “un poco reconfortante”, porque no es reconfortante del todo. Es un pequeño paso hacia la decencia, pero todavía falta mucho camino por recorrer.

En primer lugar, la renuncia al odioso e irritante “barrilito” debería ser efectiva por parte de todos los legisladores, no de los de un solo partido.

Segundo, dicha renuncia debería ser para siempre, no solamente durante el período electoral, como ha pedido el presidente de la Junta Central Electoral. Recuérdese que este es un reclamo anterior a la intervención de la JCE, y sépase que el mismo reclamo seguramente va a continuar aún después de las elecciones.

Y tercero, pero no menos importante: los legisladores deben meterse en la cabeza, por encima de todo, que es inmoral y poco ético que ellos emitan leyes o resoluciones en su propio beneficio, aunque las disfracen de obras de bien social que, por demás, no les corresponde a ellos llevar a cabo.

Los cientos de millones de pesos de la República que, por obra y gracia de “el barrilito”, van a parar a los bolsillos de los legisladores dominicanos, deben destinarse, sin lugar a duda, para solucionar los acuciantes problemas que nos atan a la pobreza y al subdesarrollo.

De todos modos, reconozco que con la tímida actitud de los legisladores peledeístas se ha dado un pequeño paso adelante. Pero insisto: eso no basta.