La Procuraduría General de la República ha dictado orden de captura contra varios importantes narcotraficantes, herederos de estructuras criminales que lograron consolidarse gracias al desinterés, incapacidad y complicidad de las autoridades en el pasado y el presente.

Sorprende la facilidad con la que este tipo de delincuentes logran eludir la Justicia y lo difícil que se hace su captura.
Peor aún, muchos de ellos quedan en el olvido mientras continúan en sus actividades criminales en una supuesta clandestinidad sospechosa.

Aún no se ha informado, por ejemplo, del destino de Matías Avelino Castro, el presunto narcotraficante acusado de asesinar al periodista José Silvestre, a quién él le atribuía estar al servicio de otro narcotraficante, Antonio del Rosario Puente.

Sobre otros presuntos narcos importantes se ha dictado orden de captura, logrando en casi la totalidad de los casos evadir la persecución.

Por lo tanto trae algo de aliento que la propia Procuraduría General de la República haya asumido la persecución de estos acusados de ser violentos cabecillas de grupos criminales.

Estos criminales son responsables de miles de muertes en el territorio nacional y de propiciar la corrupción de numerosos agentes policiales y militares, miembros del Ministerio Público, de jueces, de empresarios y de todo tipo de personas.

Incluso, se sospecha que estos narcotraficantes hasta sostienen medios de comunicación locales en muchas provincias.

Los esfuerzos reales por capturar estos presuntos criminales prófugos son merecedores del más amplio respaldo y esperamos pronto resultados.