Muertos en Vida

Muertos en Vida

Muertos en Vida

SANTO DOMINGO.-La nuestra es una sociedad en desbandada. Muchos años ha que retrocedemos en forma desordenada ante el avance de un ejército invisible, que ataca desde todas las posiciones y utiliza todas las mañas y artimañas para desmoralizarnos, para desmotivarnos y presentarnos un horizonte de desastre, de irreversibilidad, de “sálvese quien pueda”.

Pareciera el presente de otro pueblo, no del heroico de Palo Hincado, no del glorioso de El Número y Las Carreras, ni del titán de mil batallas, ganadas en harapos contra el León de Castilla.

Bien nos ha enseñado la historia que la cuña más efectiva es la que se hace “del mismo palo”. Hace tiempo que tenemos uno o varios, quizás cientos de Caballos de Troya, trabajando en silencio para vencer desde adentro al más tenaz de los pueblos jóvenes, al que ha enfrentado a los más temidos imperios, creciéndose en el heroísmo más increíble.

Desde las primeras horas de la República, hubo quienes se dedicaron a inocular el miedo a la independencia. Otros propiciaron la división y auparon el jefismo, al tiempo que desvirtuaban el carácter bravío de los humildes, pues “… ningún pueblo ser libre merece, si es esclavo indolente y servil…”

No obstante, frente a cada emboscada de los enemigos del proyecto nacional, una determinación de acero se batió a muerte por defenderlo. Entre el fuego y la pólvora siempre resurgía, fulgurante, la enseña tricolor. Siempre tuvimos éxitos frente a cualquier enemigo que intentaba arrebatarnos la identidad colectiva, la cultura construida a fuerza de tropeles entre los montes, bajo el sol abrasador.

Nunca importó si nos batíamos desnudos o descalzos. Tampoco el tener armas o simplemente piedras y lanzas de palos. El sentido de no perder lo de todos era la única consigna. Era, incluso, el pegamento para unir la diversidad étnica, geográfica, social y económica. En cambio hoy… reculamos como un ejército diezmado, tras la divisa “salve cada quien lo suyo”.

El egoísmo es el nuevo amo de la vida de una buena parte de los dominicanos y dominicanas. En sabia maniobra ha vestido a los vanidosos con sus lustrosos trajes y corbatas de seda; a otros ha llevado de paseo en lujuriosas “máquinas”, mientras ofrece opíparo festín a los golosos y un alambique de bebidas importadas a los beodos. Esos han vendido su alma al diablo y trabajan todos los días por convencernos a todos y todas de que sólo tiene sentido la vida cuando se vive para el derroche de lo ajeno.

Este peligroso enemigo va ganando la guerra porque ha envenenado la mente de muchos con la perversa idea de que la única manera de vivir es la suya, la de vivir sin servir a los demás, sirviéndose de todos, negociando cualquier principio ético, asumiendo cualquier camino para obtener riquezas y poder.

Este enemigo va ganándonos sólo porque cada quién está intentando conservar su pequeño mundo de privilegios, no importando que para ello el colectivo social sea destruido.

El miedo a hacer la guerra contra el egoísmo que nos empuja a quedarnos con los brazos cruzados, para no arriesgarnos a perder lo que tenemos, es una de las formas más miserables de vivir. Se puede afirmar que es, en algún sentido, una manera de estar “muertos en vida”.

Estamos a tiempo aún de entender que navegamos en el mismo barco y que si hace aguas, aunque estés en primera clase, también beberás los sorbitos que te tocan.

 

*El autor es sociólogo, profesor de la UASD y uno de los principales voceros del Foro Social Alternativo.



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