Molina Morillo seguirá viviendo

Molina Morillo seguirá viviendo

Molina Morillo seguirá viviendo

Carlos Salcedo.

En su forma tradicional y positiva la historia registra los hechos memorables y seres humanos, héroes y heroínas trascendentes y dignos de emulación.

Son quienes con su ejemplo y relevancia marcan el inicio, la continuación o la expansión de senderos, pensamientos, ideas y acciones transformadoras; sirven para lograrlas, para cultivarlas en la conciencia colectiva, o bien son instrumentos para la denuncia y las propuestas para mejorar lo que somos y podemos ser como individuos y como sociedad.

Don Rafael Molina Morillo fue el hombre, el ser humano que toda sociedad organizada y de derechos quisiera que se replicara: dechado de virtudes, un ser humano excepcional, profesionalidad y entrega a la causa del bien común.

Esposo, padre, abuelo y amigo sincero, con la sencillez, humildad y mansedumbre propias de los santos; con visión y compromiso con un periodismo moderno, trascendente y patriótico.

Un hombre y profesional laborioso, con templanza y firmeza sobradas, virtudes propias de seres venerados.

De pluma ligera, sus escritos eran de fácil y ágil lectura, pero contenían gran profundidad.

Eran la expresión del periodista que no hacía mutis ante la falta de decencia y de integridad, que elevaba su voz frente a la injusticia, los privilegios, la corrupción y la impunidad.

En “Mis buenos días” – su último gran hijo en el periodismo (EL DÍA) – y en sus diversos escritos jamás buscaba dañar, pero eran el reflejo del hombre responsable. Conocerlo y compartir con este hombre excepcional es una experiencia imborrable.

Recuerdo los esfuerzos compartidos para fortalecer la democracia dominicana y para consolidar la libre expresión y difusión del pensamiento.

Se nos fue físicamente Molina, pero queda su testimonio de vida, su liderazgo periodístico, humanista, civilista y familiar. Su ejemplo de integridad, de hombre de bien y de ser humano comprometido con los valores e ideales más preciados y nobles de la sociedad lo hacen eterno.

Quienes mueren dejando un legado como Molina, patrón de comportamiento en la sociedad, pertenecen a un grupo reducido de personas que logran generar cambios y ser recordados por cómo se deberían llevar a cabo las cosas. Parafraseando a Woody Allen, siendo la muerte un proceso natural ella inmortaliza las ideas de don Rafael, quien continuará viviendo aun después de su desaparición física.



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