Mi mal vecino

Pedro Julio Sanchez

Como persona, en el sector donde resido, en mi área de trabajo y donde quiera que me movilizo tengo por costumbre, es más, es un hábito, siempre practico la política del buen vecino.

Lo que significa que debo de tratar de llevarme bien con mis vecinos. Y por más confianza que tenga con ellos no debo de abusar del buen comportamiento de ellos al extremo de penetrar a sus viviendas como Pedro por su casa y adueñarme de sus propiedades.

Incluso residiendo en el mismo barrio y sector mis vecinos y yo tenemos creencias políticas y religiosas diferentes, conducimos nuestros hogares y criamos a nuestros hijos de manera diferente, al extremo que muchos de mis vecinos no llevan sus hijos a la escuela, sus hogares están en completo desorden porque ni padres ni hijos se respetan, llegando al extremo de ser indeseables en el sector donde residen y sus viviendas están marcadas con el número de «Mal ejemplo como hogar».

Eso pasa con la parte occidental de la Española, que aunque hacemos negocios con ellos, indirectamente lo que le vendemos a través de los mercados fronterizos, también les permite a ellos hacer negocios revendiendo los productos que nos compran y por ende mejorar su calidad de vida. Porque no es un secreto que no siembran ni una mata de maíz.

Señores, a nuestros vecinos de la parte occidental de la isla en ningún país del Caribe, Centroamérica y Latinoamérica los quieren y no es por buenos que son.

Sí son muy trabajadores, pero no tienen costumbres y viven entre el caos, el desorden y la anarquía. Y donde quiera que van pretenden implantar el estado de zozobra. No se trata de  xenofobia, pero tenemos cultura, costumbres, creencias religiosas e idiomas diferentes.

Y si a ellos no los quieren en Estados Unidos, España, Canada, Chile, Argentina, Brasil, Perú, Bolivia, Venezuela, Costa Rica, Honduras y Cuba, para no citar más, coño porque nosotros tenemos que aceptar por imposición de nadie un vecino que además de sus malas costumbres es indeseable a los ojos del mundo.

Entonces todos aquellos que en una política de simulación, pero que cobran muchísimos millones a las ONGs, tienen compasión por la situación de nuestros vecinos llévenselos para sus casas. Y todo el lío inició en territorio dominicano, porque nuestros vecinos a las malas querían cruzar a su país tres camiones cargados de cemento sin que las autoridades revisaran la mercadería, ni mucho menos querían pagar los impuestos de Aduanas correspondientes. Y es así la cosa. Así no.